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Leía un artículo basado en análisis económicos, números y estadísticas, acerca de cuanto tiempo pueden resistir los productores agropecuarios sin trabajar ni comercializar sus productos. El cálculo les daba un plazo máximo de tres meses.
Es lógico, los economistas saben mucho de gasto, ahorro, intereses e inversión. Ignoran todo sobre dignidad, honor, voluntad, sacrificio y decisión de resistir. Menos aún conocen los cientos de conflictos secundarios que se agregarán.
Me llamó la atención que no se hubiese evaluado paralelamente la capacidad de resistir el conflicto de los que lo iniciaron. Parecen dar por sentado que es ilimitado. Muestran la hilacha.
No me arriesgo a un cálculo, porque es más lo que se ignora de lo que se sabe, comenzando por vencimientos, reservas reales no comprometidas, monto de subsidios y generosas transferencias “no reintegrables,” las pedradas de las mentiras pegadas con moco durante cinco años que caen en avalancha.
El colapso presumo ocurrirá bruscamente por un previsible imprevisto y será durísimo. Si existe un “crimen de lesa humanidad” ese es impedir la producción de alimentos y tirarlos.
Simultáneamente encontré en otra publicación una respuesta más previsible.
Comparando imágenes de hace 60 días y las actuales de Roma que ilustran el artículo me pregunto ¿Cuánto puede durar este pedazo de cuero? ¡Pobre mujer, que desgaste! ¿Le queda resto para la inflación, la energía, reclamos sindicales y el inevitable estallido social? ¿Quedará un “cacho” de carne sobre el que pueda descargarse la justicia?
Usted amigo lector duda, es comprensible, de pronósticos tan agoreros, siempre es preferible ver el vaso medio lleno que medio vacío, salvo que enfrente tenga una esponja humana que relojea con cariño, una botella medio vacía.
En materia de pronósticos los hay más duros, http:cedo la palabra, a quien de economía sabe.
Leía un artículo basado en análisis económicos, números y estadísticas, acerca de cuanto tiempo pueden resistir los productores agropecuarios sin trabajar ni comercializar sus productos. El cálculo les daba un plazo máximo de tres meses.
Es lógico, los economistas saben mucho de gasto, ahorro, intereses e inversión. Ignoran todo sobre dignidad, honor, voluntad, sacrificio y decisión de resistir. Menos aún conocen los cientos de conflictos secundarios que se agregarán.
Me llamó la atención que no se hubiese evaluado paralelamente la capacidad de resistir el conflicto de los que lo iniciaron. Parecen dar por sentado que es ilimitado. Muestran la hilacha.
No me arriesgo a un cálculo, porque es más lo que se ignora de lo que se sabe, comenzando por vencimientos, reservas reales no comprometidas, monto de subsidios y generosas transferencias “no reintegrables,” las pedradas de las mentiras pegadas con moco durante cinco años que caen en avalancha.
El colapso presumo ocurrirá bruscamente por un previsible imprevisto y será durísimo. Si existe un “crimen de lesa humanidad” ese es impedir la producción de alimentos y tirarlos.
Simultáneamente encontré en otra publicación una respuesta más previsible.
Comparando imágenes de hace 60 días y las actuales de Roma que ilustran el artículo me pregunto ¿Cuánto puede durar este pedazo de cuero? ¡Pobre mujer, que desgaste! ¿Le queda resto para la inflación, la energía, reclamos sindicales y el inevitable estallido social? ¿Quedará un “cacho” de carne sobre el que pueda descargarse la justicia?
Usted amigo lector duda, es comprensible, de pronósticos tan agoreros, siempre es preferible ver el vaso medio lleno que medio vacío, salvo que enfrente tenga una esponja humana que relojea con cariño, una botella medio vacía.
En materia de pronósticos los hay más duros, http:cedo la palabra, a quien de economía sabe.
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