Fotomontaje de Kirchner sobre la pintura "Retrato del mercader Gisze", obra de Hans Holbein. Foto: Revista Noticias
Apresuremos a aclarar, hay ideas que aparecen solas, otras que se cazan al vuelo y finalmente otras en que un título, un comentario o una foto las disparan.
Ocurrió allá por 1982, en su Río Gallegos natal, y fue la primera vez en que alguien lo llamó Shylock, el nombre que Skakespeare le puso a su mercader de Venecia, famoso por su avaricia y afán de lucro desmedido. En la obra de Shakespeare se retrataba a un codicioso prestamista judío –el cruel estereotipo antisemita de la época– que le exigía una libra de carne de su propio cuerpo al deudor que no podía devolverle a tiempo el dinero Ver todo en Perfil.com
En este artículo intervienen Shakespeare, la revista Noticias, una anécdota de Río Gallegos, uno de mis nietos y una convicción personal. Lamentablemente tanta gente accidentalmente reunida no garantiza un éxito, porque quien escribe solo es un francotirador empeñado en resistir contra todos, con recursos muy primitivos.
Me decía Agustín esta mañana:-Abuelo, cuando venía, escuche en la radio dos periodistas que comentaban que extraño que era que los Kirchner teniendo recurso nunca viajaron al exterior antes de ser presidentes, ni se interesaron por conocer otros países, teniendo semejantes ambiciones políticas. Error le conteste, no tuvieron ni tienen ambiciones políticas, carecen del perfil de los tiranos y dictadores solo son avaros prestamistas con una codicia y soberbia sin límites.
El “Tío Patilludo de Donald” cuya única ambición era solo contar las monedas de oro, revisar su contabilidad, verificar que esta todo e irse a dormir en paz. El avaro jamás arriesga, los negociados los hacen los amigos.
Ven fulano te doy los aeropuertos, la pesca o el juego, métele para adelante, tienes patente de corso, eso si, no lo olvides nunca, antes de extenderte pedí permiso y el 50% de los beneficios es de Papá.
El poder es solo una herramienta para hacer concesiones y controlar todo para que otros arriesguen en su beneficio. Jamás pensaron en la gran política, no les entra.
La provincia de Santa Cruz era su coto privado de caza, les alcanzaba; lo que vino después se lo deben a Duhalde, que les conocía la hilacha y presumiendo de político avezado y patrón de Buenos Aires no temía que le hicieran sombra dos enanos.
Hoy crecieron, no tienen límites pero como no les da la cabeza no pueden ver que hay techo.
La casualidad y la legislación tramposa los llevo a la presidencia con el 20% de los votos contra Menem, ni uno propio.
Minutos después encontré el artículo de Perfil y recordé otros propios en los que insistía en la personalidad de avaro prestamista del perfil de buitre. Redondo el mercader de Venecia.
Se puede dialogar y negociar con ellos al precio de sumarle a la deuda otra libra de carne por el tiempo que les hizo perder. Que lo digan sino agricultores, lecheros, ganaderos, comerciantes y amigos que ampliaron el kiosco sin aviso.
Moraleja: Quien no conoce al adversario perdió antes de dar el primer paso.
¿Es posible tanta ignorancia en la totalidad de los dirigentes opositores? No es la rotunda respuesta.
Lo saben y los conocen pero no lo admiten, mienten y se auto engañan para mantener vivo el cuento de la legitimidad, gobernabilidad y estado de derecho que aseguren el perverso sistema. Es el precio amoral de sobrevivir.
Esto lo tiene muy claro el mercader de Venecia, por eso juega con ellos sin importarle hasta donde estira la cuerda, cuánto profundiza o redobla la apuesta.
Shylock no arriesga, incluso pasando todos los límites. Sabe quien va aflojar primero porque en ello les va la propia existencia.
Carecen de la más elemental dignidad personal y cívica, desconfían unos de otros. Lo saben todos, sobran pruebas.
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