noviembre 29, 2008

SACANDO LOS MUERTOS DEL ROPERO


A principios del 2004, el periodista Juan Castro moría al caer del primer piso de su domicilio a un patio interior. La autopsia revelo que no tuvo las naturales reacciones de defensa ante una caída, por lo que presumía que cayó en estado de inconciencia, situación que por otra parte hace imposible que haya pasado la defensa para arrojarse al vacío. En castellano alguien lo tiró estando inconciente. Para tranquilidad de los que lo ayudaron era un drogadito fuera de control, internado en un psiquiátrico, con un alta médica y tratamiento domiciliario incluso una asistente terapéutica que debía acompañarlo.

Si el informe nunca desmentido o invalidado es correcto, Castro dejó de ser un “caso” para ser un número más de la extensa lista de accidentados, suicidados, muertos y desaparecidos del gobierno de los derechos humanos.
Si tras la “resolución” de este caso siguen otros no es porque la justicia se puso los pantalones largos, es porque están limpiando el ropero y tirando los huesos del baúl de trastos viejos.

Pasados cuatro años de dormir en tribunales se reflota el episodio inconcluso, la oportunidad parece imprudente, mezclar drogones oficiales con la ruta de la efedrina, carteles mejicanos, etc.

Es evidente que otras urgencias establecen las prioridades, los tiranos lo único que no pueden dominar es el tiempo.
Sacaron de la galera al grupo de psiquiatras y auxiliares médicos, que lo atendían y siempre tuvieron a tiro, imputándolos por homicidio culposo por impericia y negligencia.
Muerte culposa o preterintencional debió decir el cráneo jurídico abocado a la causa. Los profesionales acusados pudieron incurrir en negligencia, impericia o abandono de persona seguido de muerte pero ninguno de ellos fue un asesino u homicida; por definición, el ejecutor directo de la muerte independientemente de la intencionalidad.

¡Error! ¿O el homicidio que estaba oculto, se coló en la sentencia a través de un lapsus linguae? La experiencia enseña que esta clase de errores no suelen ser involuntarios sinó expresamente cometidos. La forma “prolija” de terminar con causas comprometedoras es empantanarlas procesalmente en las arenas movedizas o pasarlas a la categoría de cosa juzgada y enviarlas al archivo para que las ratas y la humedad las hagan desaparecer.

¿En que andaba Juan Castro? Entre otros entretenimientos, en preparar la producción de una entrevista “más personal y sentimental que política” con la entonces senadora Cristina de Kirchner. Entonces Prima Donna El periodismo dio cuenta de esos pasos al producirse la muerte.
Es prudente hacer memoria y atar aquellos cabos sueltos con los que hoy aparecen por todos lados.
Sorprenden los nombres que siempre se repiten en todos los casos sucios: Cristina Kirchner, Aníbal Fernández, SIDE, SENADO, y los zares de la comunicación, el espectáculo ordinario y la contracultura: Endemol, Cuatro cabezas, Polka, Ideas del Sur yCanal 13.

Parece que ha llegado la hora de sacar los muertos del ropero y blanquearlos, al igual que a los fondos en el extranjero. El paso previo a preparar las valijas. Urge expropiar Aerolíneas, todos los aviones disponibles serán pocos. Destino ¿una dacha en el Mar Negro, una hacienda en Venezuela o un oasis en Egipto, Libia o Argelia?

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