Tenemos uno propio en el Plata, no es el equilátero tradicional que uno siempre imagina, es alargado, isósceles pero triángulo al fin y al cabo. Por Tigre, Zarate, Campana, San Pedro, Ramallo, Gral. Rodríguez, y Pilar pasan los lados o son vértice de los ángulos.
Allí hay de todo lo que se pierde, desaparece u ocurre sin causa conocida, superando las leyes de probabilidades, helicópteros presidenciales, aviones, cargamentos de substancias prohibidas, exportación de drogas, desaparecidos y reaparecidos, incendio de campos por misteriosos productores terroristas. laboratorios clandestinos, narcotraficantes, mejicanos, colombianos, refugiados de guerra bajo el pabellón del Alto Comisionado de la ONU, gente que entra y sale con más facilidad que circular por una calle o una ruta y sobre todo cientos de muertos que nadie mató.
La gran cloaca argentina, una jugosa beca para serviciales jueces, fiscales, intendentes y comisarios. Es territorio de otra dimensión fuera de la jurisdicción de la Nación o de la Provincia.
Así como fue necesaria una Suiza neutral para solaz de espías, prófugos de uno y otro lado o pagos por trabajos sucios, todos los países debieran adoptar la idea, una cloaca máxima para tirar toda la basura que acumulan los gobernantes, patente de corso para cazar y tirar malandras o pases de factura, permitiendo que fuera del triángulo la gente viva tranquila, nadie se acerca, nadie huele ni mira; no se habla del asunto, es tabú.
Hacer realidad el viejo principio: un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar.
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