No cabe duda, en efecto, que la Divinidad utiliza ciertos hombres con el fin de castigar la maldad de otros y hace de ellos unos carniceros, antes de aniquilarlos. Plutarco (Queronea, Beocia,46-125)
¡Legalidad, Imperio, Democracia y República de la mano para felicidad de los hombres! En el mundo la pax romana de los cementerios. Cuando se pervierte la palabra se pierde el norte.
Faltaban trescientos años para que un monje galo, bautizara a Atila como el “Azote de Dios” que venía a demoler todo aquello que había hecho posible que llegaran y se sucedieran tantos dementes.
No se me ocurre otra respuesta ni conozco otro pensamiento más ilustrado que el citado, para responder la misma angustiada pregunta que dos milenios después nos hacemos. Despues de ver que ha incendiado todo un país y elevado al consulado a su yegua.
Haber eliminado de la faz de la tierra hasta el último vástago de los Julios y los Claudios, una tarea a la que ellos mismos se dedicaron con prolijidad digna de mejor causa, no hubiese ahorrado una gota de sangre, debajo de ellos había miles de responsables, hipócritas con cara de inocentes, que hicieron posible que débiles mentales llegasen a esos extremos.
Según mi modo ver la salida no pasa por que se caigan, se vayan o los saquen y nos pongamos a bailar y descorchar champagne para celebrarlo; antes o al mismo tiempo tienen que caer todos los que hicieron posible por acción u omisión que hayan llegado, estén y hayan durado, haciendo y deshaciendo a su arbitrio. Lo contrario sería salir de un pozo para que nos coma el león.
No me refiero a otros sino a todos, el que me mira desde el espejo con ojos sorprendidos y gesto fruncido incluido. Un mea culpa colectivo sin una previa azotaina a calzón quitado, es impensable.
Dejemos que el azote de Dios haga su trabajo. Solo tendrá poder mientras sea herramienta de su Justicia. No es hora de pensar en sacar el bulto sino de poner el lomo y quedar parados. Nadie puede ser juez de su propia causa, más vale confiarse en la verdadera justicia y que a cada uno le toque lo suyo.
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