El que hace puede equivocarse, errar Humanum est, el que insiste en las causas del error es idiota.
A la hora de reordenar el tránsito urbano, falló el 4 x auto, el aumento de peaje, el carril exclusivo, restricción del estacionamiento, multas, parquímetros que se sacan y se ponen, falla todo porque primero hay que pensar, después representarse las consecuencias de las medidas proyectadas y finalmente hacer. En realidad la mística del jefe de gobierno es hacer o parecer, anuncios y trascendidos suelen reemplazar al acto.
Para hacer más fluido el tránsito vuelve el tranvía, por ahora eléctrico, considerando el superávit energético es de suponer para alegría de los nostálgicos que en poco tiempo volverán a ser tirados por caballos.
¡Basta ya de quejarse señores! Vuelven los viejos buenos tiempos, ferias francas, el lechero, los carros de verduras y frutas en las esquinas, los turcos cambalacheros, la ronda de policías metropolitanos por las noches, transmitiendo su posición y mensajes por silbato.
Trabajo para todos, motorman, guardas, fileteros, barrenderos, herreros, talabarteros, caballerizas y cuadras. Hasta quizás con creatividad y suerte la mazamorra, empanadas y pastelitos.
¿Habrán pensado en los cruces? seguro que no, los tranvías no tenían problemas con una bocacalle cada cien metros, eran otras épocas y otros hombres, el día de 24 horas a todos les alcanzaba para hacer y progresar, hoy corriendo no se termina de destruir lo que había, de hacer ni hablar.
Es parte del circo, en años habrá que soterrar el tranvía y redescubrir el subterráneo, cambiar los vagones, preveer el anegamiento cuando caiga un chaparrón o sople una sudestada. Mucho más para hacer y parecer. Pero ese será negocio de otros.
En otras partes se pudo. La cuestión es que gobernar requiere por lo menos tres neuronas: una de entrada, otra de asociación y reflexión y una tercera de salida. La simple regla “gerencial” de costo/beneficio no alcanza. El voluntarismo hacendoso tampoco.
Mal que les pese, el problema lo tenemos aquí y ahora en una ciudad poblada por argentinos, mal educados por el ejemplo de las autoridades en el no-respeto a la ley y las normas de convivencia y el desprecio al sentido común.
Los socios compran vagones para un subte que no se hace. La máquina de facturar no se para.
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