noviembre 20, 2008

LOS TIEMPOS NO SE SOMETEN AL PODER



Es un tema reiterado en esta página, porque siendo viejo como el mundo es la misma piedra con que todos tropiezan cientos de veces hasta que caen. La herramienta predilecta del Señor de la Historia.

Todos los grandes del mundo sucumbieron a los tiempos que no pudieron dominar, Alejandro, Aníbal, Julio César, Octavio Augusto, Napoleón, Hitler. Los historiadores nos cuentan sobre refuerzos que no llegaron, mariscales desubicados, banquetes imprudentes, conspiraciones conocidas y despreciadas, generales invierno, piadosos e ilustrativos eufemismos para llamar al tiempo que no pudieron controlar, porque cada paso llama al siguiente y los poderosos ensoberbecidos por el éxito jamás se detienen. Lo decían los antiguos griegos: los tiranos no se van, siempre los sacan con los pies por delante.

Entramos en una semana que lo hace evidente. Se suman por una cuestión de tiempos, la confiscación de aportes jubilatorios, la emergencia económica, impuesto al cheque, protección de glaciares, estatización de Aerolíneas, recesión, suspensiones, despidos, fracturas internas, nuevos subsidios, caída de la recaudación, cierre de la exportación de carne, control de cambio, tasas de interés, fuga de capitales. Todos problemas coyunturales que pudieran ser resueltos ordenadamente por un gobierno de pocas luces. Una tarea imposible para tiranos que no pueden controlar los tiempos y la improvisada solución de unos agrava los otros.

La imagen anoche en un programa periodístico que le es servilmente adicto (a dos voces) de Fernández, el Ministro de la Muerte y la Injusticia, totalmente sacado de quicio, sin poder responder un crítica sin enredarse en otra peor fue patética. Lo tengo muy visto al Aníbal, sus exposiciones son un verdadero tratado de sofismas y cinismo pero se superó con creces.

Sin ser tirano tampoco pretendo controlar el tiempo, es mi hora de almorzar, tengo hambre y no puedo pensar. El tiempo se impone a la voluntad, la capacidad y las razones, dejémoslo correr, lo que era razonable hacer ya lo hice. Al tiempo no se lo puede embalsar.

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