He perdido la cuenta de las exhibiciones presidenciales en las últimas semanas, para ser breve desde que el campo se impuso una tregua por 30 días fueron dos, en Palomar el 2 de abril y en Lanús el día siguiente, dejo de lado los “spot” publicitarios, la desinformación y las filmaciones editadas de los escribas a sueldo y “humoristas” mediáticos.
Sorprendido por el exhibicionismo verborrágico en momentos que se esperan medidas o propuestas concretas, que si no aún no están listas, una elemental prudencia aconsejaría salir de la irritante escena y hacer silencio; concentré el “ojo clínico” en el contenido, coherencia del discurso, el tono y los gestos.
Todos los recursos de la comunicación, verbales y gestuales van en la misma línea, describir y referirse a una ficción que no existe fuera de su mundo interior.
Me resulta muy difícil aceptar que una persona medianamente normal, sana mentalmente o lúcida pueda llegar a tal grado de cinismo, describiendo con una aparente absoluta convicción cosas que no existen y sensaciones que solo son alucinaciones “sine materia” Conspiradores embozados, persecuciones y amenazas con códigos mafiosos cebados por su débil condición de mujer. Una pintura impecable de la personalidad paranoica. Esquizoide paranoica es el diagnóstico más benigno de los colegas psiquiatras consultados.
La realidad substituida por un patológico mundo interior delirante. Sumados los hechos de las últimas semanas, configuran la sospecha de estar frente a un brote esquizofrénico; que considerando su agresividad habitual, la hacen peligrosa para si misma y para terceros.
Inimputable lógicamente, esos casos en que se impone el “chaleco de fuerza” para evitar males mayores y es necesario reemplazar la sanción penal y la prisión por la reclusión en un neuropsiquiátrico de máxima seguridad.
Es un hecho que sólo la inteligencia de los cuerdos puede neutralizar a los locos. Pretender oponerles reacciones temperamentales, por muy justificadas que sean o una locura de distinto signo es entrar en su juego y abrir la puerta al desastre.
¿Seguimos esperando diálogos imposibles, sanas medidas o soluciones de seres irracionales y su cohorte de obsecuentes? Que los conocen mejor que nadie, porque conviven con ellos.
La historia es rica en casos semejantes; las consecuencias de mantenerlos en los cargos se pagaron siempre con mucha sangre.
Los más cercanos y que están en la memoria de todos: Hitler y Mussolini, casualmente las musas inspiradoras del Peronismo cuya liturgia resucitada adorna recientemente los palcos desde los que se exhibe.
Ellos también percibían emocionados el calor y la adhesión de sus pueblos, disciplinadamente arriados a las plazas por sus ministros. Entonando los cánticos y consignas que los apuntadores les dictan, mientras los camiones de hacienda que los trajeron esperan para llevarlos asegurándose que nadie se escape.
Es bueno recordar que los hubo y famosos en el pasado; en todos los casos como las golondrinas, un loco no hace verano.
Si existió un Octavio Augusto, Tiberio, Calígula, Nerón y tantos otros, es porque existieron “ilustres normales” en el Senado y pueblo Romano, S.P.Q.R. idénticos escenarios; que les dieron legalidad y poder sin límites.
Antiguas historias verídicas, cuya reiteración acuñó el dicho popular: La culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer. Que los tiranos no se van, es una certeza ¿Por qué siempre se los tolera hasta que han agotado su capacidad de hacer daño y dejan detrás solo tierra arrasada?
Porque no hay tiranos sin obsecuentes, cómplices ni opositores complacientes, que les entregan el poder que no les pertenece a cambio de permanecer y seguir medrando.
No es un golpe de estado la solución, con el que solo ellos sueñan y obsesivamente ven en todas partes, con la secreta ilusión de justificar una represión sin límites y culpar a los conspiradores de los desastres que se les vienen encima. Sino una ambulancia, un par de psiquíatras, un chaleco de fuerza y un bozal. Suprimir a los ilustres obsecuentes de prolijas togas, empavonados con perfumes y cremas y a la masa de criminales mercenarios.
Nadie puede mantenerse en pié si le falta el piso o las piernas. Una elemental cuestión de estrategia. Aquiles hizo famoso su Talón pero todos lo tienen, sólo es cuestión de buscarlo y herirlo sin exponerse tontamente a perder la cabeza.
El justo reclamo del campo destapó sin quererlo la olla podrida, en la que cocinan a la nación y la falaz hipocresía de todos sus argumentos. Es la hora de todos; comenzando por excluir y aislar radicalmente a los loquitos, cómplices, idiotas útiles, escribas, panfletistas, retóricos analistas y empresarios exitosos.
Sorprendido por el exhibicionismo verborrágico en momentos que se esperan medidas o propuestas concretas, que si no aún no están listas, una elemental prudencia aconsejaría salir de la irritante escena y hacer silencio; concentré el “ojo clínico” en el contenido, coherencia del discurso, el tono y los gestos.
Todos los recursos de la comunicación, verbales y gestuales van en la misma línea, describir y referirse a una ficción que no existe fuera de su mundo interior.
Me resulta muy difícil aceptar que una persona medianamente normal, sana mentalmente o lúcida pueda llegar a tal grado de cinismo, describiendo con una aparente absoluta convicción cosas que no existen y sensaciones que solo son alucinaciones “sine materia” Conspiradores embozados, persecuciones y amenazas con códigos mafiosos cebados por su débil condición de mujer. Una pintura impecable de la personalidad paranoica. Esquizoide paranoica es el diagnóstico más benigno de los colegas psiquiatras consultados.
La realidad substituida por un patológico mundo interior delirante. Sumados los hechos de las últimas semanas, configuran la sospecha de estar frente a un brote esquizofrénico; que considerando su agresividad habitual, la hacen peligrosa para si misma y para terceros.
Inimputable lógicamente, esos casos en que se impone el “chaleco de fuerza” para evitar males mayores y es necesario reemplazar la sanción penal y la prisión por la reclusión en un neuropsiquiátrico de máxima seguridad.
Es un hecho que sólo la inteligencia de los cuerdos puede neutralizar a los locos. Pretender oponerles reacciones temperamentales, por muy justificadas que sean o una locura de distinto signo es entrar en su juego y abrir la puerta al desastre.
¿Seguimos esperando diálogos imposibles, sanas medidas o soluciones de seres irracionales y su cohorte de obsecuentes? Que los conocen mejor que nadie, porque conviven con ellos.
La historia es rica en casos semejantes; las consecuencias de mantenerlos en los cargos se pagaron siempre con mucha sangre.
Los más cercanos y que están en la memoria de todos: Hitler y Mussolini, casualmente las musas inspiradoras del Peronismo cuya liturgia resucitada adorna recientemente los palcos desde los que se exhibe.
Ellos también percibían emocionados el calor y la adhesión de sus pueblos, disciplinadamente arriados a las plazas por sus ministros. Entonando los cánticos y consignas que los apuntadores les dictan, mientras los camiones de hacienda que los trajeron esperan para llevarlos asegurándose que nadie se escape.
Es bueno recordar que los hubo y famosos en el pasado; en todos los casos como las golondrinas, un loco no hace verano.
Si existió un Octavio Augusto, Tiberio, Calígula, Nerón y tantos otros, es porque existieron “ilustres normales” en el Senado y pueblo Romano, S.P.Q.R. idénticos escenarios; que les dieron legalidad y poder sin límites.
Antiguas historias verídicas, cuya reiteración acuñó el dicho popular: La culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer. Que los tiranos no se van, es una certeza ¿Por qué siempre se los tolera hasta que han agotado su capacidad de hacer daño y dejan detrás solo tierra arrasada?
Porque no hay tiranos sin obsecuentes, cómplices ni opositores complacientes, que les entregan el poder que no les pertenece a cambio de permanecer y seguir medrando.
No es un golpe de estado la solución, con el que solo ellos sueñan y obsesivamente ven en todas partes, con la secreta ilusión de justificar una represión sin límites y culpar a los conspiradores de los desastres que se les vienen encima. Sino una ambulancia, un par de psiquíatras, un chaleco de fuerza y un bozal. Suprimir a los ilustres obsecuentes de prolijas togas, empavonados con perfumes y cremas y a la masa de criminales mercenarios.
Nadie puede mantenerse en pié si le falta el piso o las piernas. Una elemental cuestión de estrategia. Aquiles hizo famoso su Talón pero todos lo tienen, sólo es cuestión de buscarlo y herirlo sin exponerse tontamente a perder la cabeza.
El justo reclamo del campo destapó sin quererlo la olla podrida, en la que cocinan a la nación y la falaz hipocresía de todos sus argumentos. Es la hora de todos; comenzando por excluir y aislar radicalmente a los loquitos, cómplices, idiotas útiles, escribas, panfletistas, retóricos analistas y empresarios exitosos.
1 comentario:
Muy bueno!!
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