SUPERADOS POR LAS BASES
Una simple frase hecha, que con la mayor liviandad se escribe, lee, dice y escucha sin que al parecer se tenga conciencia de la gravedad que expresa. Conviene pues desmenuzarla.
Se la utiliza para referirse a la ruptura en la pirámide jerárquica que gobierna las instituciones intermedias: organizaciones políticas, sindicales, sociales o corporativas, cuando afecta al estado, nos referimos en primera instancia a “puebladas” que organizadas son revolución o golpe de estado.
En todos los casos un anticipo seguro de cambios más o menos bruscos o violentos en el “statu quo” existente.
Ese tipo de fenómenos que momentáneamente pueden esconderse bajo la alfombra, tapar con otras noticias de alto impacto sensiblero o pan y circo.
Su causa es una sola: vacío de poder o perdida de autoridad de una dirigencia que cambió los intereses y problemas de sus representados por los propios, sean económicos o de figuración, producto de vivir en una burbuja con microclima acondicionado divorciado de la realidad.
Es un fenómeno espontáneo que no admite planificaciones y con liderazgos efímeros y circunstanciales, hay que pagar un derecho de piso en el tiempo, para ganar confianza. Juan Carlos Blumberg es quizás el mejor ejemplo de los nuevos líderes de fantasía, construidos por la prensa.
Un proceso lento en madurar, basta un disparador intrascendente, la gota que rebasa, para que se manifieste.
Sorprende a los desprevenidos que se diga “pérdida de autoridad” de quienes parecen tener la hegemonía del poder. Es precisamente la situación en que el ejercicio del poder sin autoridad, degenera en autoritarismo, configurando lo que en política denominamos tiranía.
El poder es el ejercicio de una potestad delegada; excede la naturaleza mortal y limitada de los humanos; en última instancia del Ser Supremo y Todopoderoso. La autoridad nace de la legitimidad, sea de origen o de ejercicio y se delega en otros por fe y confianza, que deben revalidarse a cada instante, se tiene o no se tiene. Solo la legítima autoridad puede ejercer el poder, es casi la médula de los conflictos político-ideológicos, que en distintas versiones sacuden al mundo desde el origen de las sociedades primitivas. Su esencia radica en la administración de la justicia ordenada por la verdad al bien común. Única y exclusiva razón de ser de toda autoridad instituida por el hombre.
La fe y la confianza son como el cristal, no se arreglan, se gana y se tiene o se rompe para siempre. Más allá de disculpas, juramentos o promesas.
Un razonamiento simple y veraz, que resulta incomprensible tanto al antiguo liberalismo como a su cría y supuesto adversario, el moderno progresismo.
Tienen los mismos genes alterados en los conceptos de poder, libertad y autoridad.
Los parches que se intentan nos recuerdan una familiar y conocida imagen: la olla a presión que tantas veces ocultó el fenómeno inflacionario con precios fijos y subsidios para planchar tarifas. Es la misma estúpida política del avestruz, esconder la cabeza bajo la tierra, creyendo que si no ve, no lo ven.
El tiempo puede cicatrizar heridas, pero no cura todo, incluso lo que no se resuelve lo agrava.
Es un lugar común el comentario: “no pasa nada, fueron superados por las bases”, a modo de comentario final que da término a una cuestión. Es solo el principio de un proceso que no se puede detener y cuyas consecuencias son imprevisibles. Es prudente pensar lo que se dice, en lugar de sentenciar livianas frases hechas, desconociendo su real contenido.
1 comentario:
me gsto este articulo y me ayudo muxo en mis trabajos gracias
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