UNA MESA PROLIJA
No estaban invitados a comer. En esa situación una “reunión satisfactoria y positiva” solo es posible si no hay nada sobre la mesa, sean reclamos, propuestas o respuestas. Todo de palabra, esas que se lleva el viento. Baste recordar que el conflicto comenzó por un inconsulto cambio en las reglas de juego, que estaban escritas, para asombrarse del optimismo y la ingenua credulidad de algunos personajes.
Una vez terminado el show, solo dos palabras: “seguimos esperando” reemplazaban conferencias de prensa y declaraciones mediáticas, sin quitar nada, ni agregar fantasías o falsos elogios que nadie se cree.
Ahora se reunirán los mismos que ya lo hicieron, para encontrar las soluciones que no encontraban.
Barridas bajo la alfombra del salón y la mesa de negociaciones quedan el tendal de víctimas que dejaron. Golpeados, insultados, agredidos, perjudicados, los expresamente desabastecidos por el gobierno, la confianza en la dirigencia y autoridades, el sentido del orden y respeto social, el derecho de propiedad y de opinión. Todo parece ser negociable. Bien visto un precio muy alto por nada.
No hay mal que por bien no venga, rescato que es bueno que miles de argentinos se hayan despabilado y comiencen a reconocer quien es quien, en esta tierra de hipócritas, es un necesario paso que precede al que sin duda viene, porque hay otro dicho, este bien criollo; “al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen” o si lo quiere más al gusto internacional “la cabra al monte tira”
Quizás de puro contreras, pero soy optimista pese al aparente desbande. Los verdaderos cambios surgen del fondo o bajo la tierra, nunca en la superficie, allí solo se ven las consecuencias.
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