En reiteradas oportunidades he sentado esta opinión, acerca de los llamados idiotas útiles, camaleones, quintas columnas o Caballos de Troya.
Teniendo el privilegio de ser libre en mis opiniones sin responder o mantener fidelidades a otra cosa que no sea la verdad tal como la veo, lo voy a continuar ejerciendo sin importarme a quien no le guste.
Vivimos en un país donde la mentira es el sistema, por cobardía, interés o porque queda bien en su círculo.
La foto que ilustra este artículo, como las imágenes que todos hemos visto dicen más a quien quiera verlo que un tratado.
Es comprensible el cansancio de los productores que pusieron la cara y el esfuerzo en un reclamo, que no acompañaron con la debida convicción y energía sus dirigentes ni otros “productores” que continuaron enviando sus productos a los mercados, acopiadores y puertos de embarque. La carga de los camiones que se ven y obligaron a los que están en las rutas a pararlos no es de personajes anónimos, tienen nombre y apellido de canallas y traidores. De los que esperan recibir los beneficios del éxito de otros y siguen con su negocio, exhibiendo un lustroso título de “productores”
En nuestros campos solo hay auténticos pequeños y medianos productores y una ínfima minoría de antiguos grandes, hoy sociedades comerciales. Son muy pocos los que disponen de grandes equipos de transporte identificados con sus nombres y “logos” Hablar de grandes productores es un insulto, no son productores, son mercaderes especuladores en busca de un buen rédito. Tanto explotan un campo como un hotel cinco estrellas, aeropuertos, líneas aéreas sin aviones, rutas, trenes, sindicatos, ministerios, bancas en el congreso, el narcotráfico o el lavado de dinero que chorrea sangre.
Responden al modelo de acumulación y concentración económica y de prebendas de la dictadura de invasores que se ha adueñado del país.
No se ha resuelto una coma de los motivos del paro, en cada exposición oficial se agravaron los desprecios insultos y agresiones, del “paro injusto” llegaron a la acusación de golpistas, privar de alimentos a los argentinos y abrieron el abanico de los culpables y conspiradores a la prensa y toda la sociedad.
Dicen unos que ha llegado el momento de suspender el paro, desactivar la protesta y volver con el rabo entre las patas a sentarse para que les tiren un hueso de plástico.
De lo único que ha llegado el momento es que las grandes ciudades y todos los argentinos digan basta y se plieguen sin violencia a la legítima defensa de la nación.
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