Al enérgico conjuro de la fórmula mágica giro la piedra liberando la entrada de la cueva. De su interior broto un brillo cegador, miles de ánforas, cofres y baúles rebasando de oro, plata, piedras preciosas, montañas de hipotecas, créditos, fondos, letras, bonos.
¡Esta todo! bramó incrédulo el jefe de los ladrones. Desde el fondo llegaban apagados ayes, quejidos y maldiciones. ¡En guardia! destellaron los aceros desnudos, precedidos por antorchas caminaron unos pasos hasta detenerse azorados, ante una incontable multitud de deudores famélicos encadenados.
-¡Perros malditos! Queríais robar nuestro trabajo. Rápido Yussuff corred a la tienda de los Señores que vengan de inmediato.
-Ustedes traigan los escribas y hagan el censo de estos perros, para que trabajen de por vida con sus hijos y mujeres hasta devolver el último cobre del capital, intereses y daño moral.
Esta mala hierba debe ser cortada de cuajo antes que se extienda por el mundo. Serán ejemplo por generaciones de lo que les ocurre a los miserables que quieren presumir de ricos y poderosos.
Rodeados de una fuerte guardia los siete grandes penetraron en la cueva, encarándose a los jefes y los 40 ladrones que cayeron de bruces rindiendo homenaje.
- ¡De pie! Goldman, Soros, Morgan, Lynch y hermanos Lehmann dijo con suavidad no exenta de glacial energía el mayor del consejo de los siete. De no haber sido por nuestra celosa vigilancia se habría perdido todo por vuestra irresponsable ambición. Siglos de paciente trabajo para controlar todo a punto de esfumarse, verdaderamente es cierto que no hay peor cuña que la del mismo palo.
-Acuñad todo el oro y la plata, ponedlo en circulación y restableced el crédito y la confianza, Exprimid hasta la última gota esos papeles, si están secos que los coman esos perros hasta que hayan pagado lo que deben. Si hay inflación ¡Sea! para terminar con la poca canalla que haya quedado en pié. Lo del salvataje era solo un anuncio, no hay una sola moneda. Expurgad a estos miserables y saldad las cuentas, en adelante quien quiera entrar en el mercado será bajo nuestras reglas. El 10% de las ganancias para el que opera y el 90 para los que tenemos que controlar los excesos. Hay un solo derecho humano, trabajar sin descanso toda la vida, nadie puede quejarse porque se le permita ejercer sus derechos.
Empalad a un millón de cada región para ejemplo. Sobran bocas , falta comida y trabajo.
Así es como concluye por hoy, esta triste y fantástica historia de la burbuja de los cuentos de las mil y un noches, que volverá en la alfombra mágica en pocas lunas.
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