octubre 10, 2008

LA NOVELA HISTORICA, UN GENERO MAYOR

La lectura es como el alimento; el provecho no está en proporción de lo que se come, sino de los que se digiere.
Me convencí de que dudar de todo es carecer de lo más preciso de la razón humana, que es el sentido común.
Entendemos más por intuición que por discurso: la intuición clara y viva es el carácter del genio.

Jaime Balmes,1810-1848, Filósofo y Teólogo Español.

Académicamente devaluada, por quienes presumen de saber historia porque han escrito un par de hojas, colaboran con revistas, dictan conferencias, pueden citar hechos y fechas, cronologías y criticar a otros autores o enumerar profusa bibliografía y documentos; o la utilizan para avalar posturas personales.

Es prudente recordar que la historia comenzó siendo relato, en todas sus variante, desde el cuento del tío a la historia de la abuela, poesía, canciones y teatro. La tradición oral es el germen de la historia. Pasaron milenios para que Troya y las Amazonas dejaran la leyenda. La novela, canciones y poemas los mantuvieron vivos para que los investigadores se acordaran de buscarlos y los encontraran, permitiéndoles salir de la leyenda e ingresar en la historia oficial en un segundo plano, cual pariente pobre que todos saben que existió pero nadie habla de el.

Verdaderos historiadores, se impusieron a los románticos decimonónicos e informados y documentados revalorizaron el género en el último medio siglo. Fue un éxito editorial al que no podían quedar ajenos los mercaderes e ideólogos que llevan agua para su molino colmando librerías con fantasías presuntamente avaladas por documentos y hallazgos que solo ellos conocen.

A mi entender la especialidad es mayor en cuanto requiere al estudioso, crítico, investigador y el arte de poner en mente y en boca de personajes reales, ideas y diálogos acordes con su época, personalidad, formación y cultura. Volver a la vida a los que ya no están, con el debido respeto por lo que mal o bien fueron, supera con creces a la animación integra de personajes de ficción, que carecen de todo límite. En este punto la honestidad intelectual y el rigor histórico son excluyentes. Una cosa es la historia y otra la fantasía.

Es lectura para aquellos espíritus inquietos que les han quedado muchos cabos sueltos, a los que no les termina de cerrar que ciertos hombres hayan sido tan exclusivamente malos y perversos, culpables de todo y otros dechados de virtudes y libres de todo pecado.

No son todas flores en este huerto, están los chimenteros, “paparazzi de la historia”, refugiados en el argumento pseudo intelectual de “humanizar a los grandes personajes”, la hilacha que los pone en evidencia, de los que hay que cuidarse como de la peste, “humanizar” es sinónimo en este caso, de arrastrar por el barro de alcantarillas y cunetas que es el único hábitat que conocen.

Me reconozco un adicto a la historia y dentro de su amplia gama de estilos a los grandes que no solo relatan, hacen la crítica de informaciones y hechos presuntos, sino incursionan con argumentos y conocimiento en la filosofía de la historia, los porque pasó.

Por razón de costo y oferta, la novela histórica, bien tamizada, es mi droga cotidiana. Como todo adicto busco colegas.

Robert Graves-- Gisbert Haefs--Arturo Pérez Reverte--William Dietrich--Jan Guillou-- Alfonso Mateo Sagasta--Valerio Massimo Manfredi--Jesús Sánchez Adalid--Colleen Mc Cullough--Michael Curtis Ford--Tessa Korber--Ángeles de Irisarri.

Sin ser excluyente, es una modesta lista de los “chef” que me han alimentado con manjares los últimos años, todos son la puerta grande para entrar a esta fiesta del espíritu y el conocimiento.

¡Anímese, pase y pruebe un bocadito, hay para todos los gustos!

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