junio 02, 2011

EL TERRITORIO COMO ORIGEN DEL PODER, UNA ANTIGUALLA FRACASADA



Entiéndase territorio en sentido amplio, el geográfico y el corporativo.

Paradójicamente lo han resucitado los modernos progresistas mediante las internas, leyes de lemas y sus variantes las listas colectoras. O las historietas del federalismo, las comunas y autonomías regionales.
La nueva moda de las primarias, que paraliza por un año el país, no es para dar participación a los ciudadanos, es un torneo medioeval para probar fuerzas y lealtades entre los Barones del territorio. Cada uno lleva los colores que proclaman su vasallaje.
Hoy como ayer los vicios del poder territorial desembocarán en la soberanía popular de la “democracia ya” o democracia directa: Chekas, asambleas y justicia popular. La guillotina de Francia es la ley de Lynch y el paredón en América.
Es sabido y comprobado que iguales causas generan idénticas consecuencias.




A no escandalizarse demócratas, todos han usado y abusado de el, es la esencia de todos los aparatos políticos (comité, circunscripción, hoy comuna, municipio, gobernación) esa herramienta que injertaron en la constitución del 94, radicales, peronistas, socialistas y demócratas sociales de todos los colores con el argumento de oponer al presidencialismo malo el parlamentarismo y la partidocracia excelsa. Hoy les dan su propia medicina.




El sistema nace con punteros y capitanejos, pichones de caciques. reclutando bandidos locales.



Curiosamente la prensa democrática habla sin pudor de los “nobles Barones” del conurbano o de los Barones de socialismo obrero español luchando por la sucesión de los muertos en el último torneo. Hasta el Popular Rajoy convoca a sus Barones territoriales.




¿Por qué la dirigencia política en todo el mundo es desde hace años cada vez peor? Porque blindó un sistema en el que solo pueden entrar, sobrevivir y progresar los peores. Es más fácil y más barato llevar de la nariz a un idiota sin ideas ni propias convicciones que al que tiene dos dedos de frente.



El ser política y socialmente correcto acredita haber pagado el peaje para entrar.




Para llegar a Baron hay que garantizar un territorio, movilizar un mínimo de lanzas y rendir vasallaje a un Conde y este al Duque vasallo del Rey. Como en toda cadena cada eslabón es necesario.
Como se ve es el mundo de los vasallos y sirvientes no el de los hombres libres que son señores de si mismos, soberanos.
Una oligocracia que tiene más de “Pluto” que de “Aristo”.




Grandes personajes controlan el aparato la caja y los acuerdos, ergo la prensa y los comunicadores; banqueros y empresarios financian las costosas armaduras, caballos, las galas de las señoras o las guerras privadas a cuenta de futuros favores.




Pareciera que basta cambiar el nombre para que los fósiles de la historia revivan bien pulidos, movedizos, parezcan nuevos y relucientes sin melladuras ni fallas.




El sistema surgió como necesidad en una época de disolución y anarquía, se prostituyó pretendiendo perpetuarse y murió; reinstalarlo por ley o decreto convocando a los peores a más de una estafa a la fe pública es suicida.
Esto no es una equivocación ni un resultado no querido, nadie lo ignora, por eso está vigente y se recicla periódicamente cuando apesta.
Cada tanto se cambia un nombre para que parezca nuevo y sin defectos. Lo que ayer fueron lemas hoy son colectoras y mañana alianzas, verdaderas UTE (uniones transitorias de empresas)
Causa gracia escuchar a los que se dicen hartos de la política (M.Redrado o a los que los promocionan M. Grondona) por lo que ellos no son candidatos ni hacen política; solo se dedican a formar nuevos equipos sub 40, jóvenes sin vicios. Se instalan a la sombra del poder pero que se quemen otros.
Los ingenuos son como los imbéciles nunca duermen, su capacidad de daño es infinita.



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