junio 08, 2011

ADVERSARIO O ENEMIGO

Se pretende que nosotros los malos los hacemos sinónimos y los confundimos con mala fe y los buenos demócratas no los confunden para hacer de ellos un demagógico recurso para exhibirse como correctos, pacifistas y no agresivos.
“Adversus” es quien tiene otra verdad u otra idea y punto. La vida enseña que si hay tres personas hablando de cualquier cosa habrá cuatro ideas adversas, se hable de tipo de cambio, educación o de fútbol
Con el adversario se puede hablar, de hecho lo hacemos a cada instante e incluso compartir una mesa.
Hablar por hablar es un pasatiempo, cada uno se va con sus propias ideas contento por haber sostenido sus argumentos, todos conformes. Mañana volverán hacerlo.
Solo por excepción se encuentra un contrincante filoso que deja los dardos y espìnas clavadas obligando a rever argumentos y reposicionarse con la privacidad de la almohada; casi un duelo de amigos sin filo contrafilo y con punta protegida


Enemigo es quien además de tener ideas adversas pretende dañar e imponerlas, sea con armas o con el abuso del poder. El invasor es su figura típica que en un moderno eufemismo es el que viene a cambiar el país, el idioma, las tradiciones y costumbres para reemplazarla por las suyas, con piel de cordero pretendiendo pasar por adversario.

No se limita a lo formal y accesorio, un modelo político social y económico u otro, va al fondo, a los principios, cambio radical y para siempre blindado contra toda posible marcha atrás. La política de la tierra arrasada en lo económico, constitucional, legal, ético y moral es su cabal expresión.


Se puede compartir una vida aceptablemente pacífica y tolerable con bienestar y satisfacciones incluso, con un hombre o mujer adversus, es imposible con un enemigo.


No confundo enemigo con adversario por la misma razón que a fuerza de equivocarme aprendí que no se camina sobre el mar ni se nada en la tierra.
No procede cruzar a la trinchera de enfrente con una bandeja de masitas y otra de triples de jamón apio y rochefort a tomar el te o un whisky con el enemigo.


Hay conductas propias de los tiempos de paz y otras de los tiempos de guerra. Lo sabe el tonto del pueblo y lo ignoran prestigiosos conductores demagógicos que pretenden pasar por correctos.
No me cansaré de insistir en que al pan pan y al vino vino, si se llama cordero al león es más que un error semántico, estamos en graves problemas.

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