abril 17, 2011

LA COARTADA FASCISTA

La coartada fascista. Por Alberto Medina Mendez
Existen visiones, lugares comunes, frases hechas, que a fuerza de ser repetidas hasta el cansancio, pretenden convertirse en verdad. Una de ellas, muy arraigada en ciertos sectores de la sociedad, es aquella vieja idea de que nos va mal porque somos un país inculto, sin formación suficiente, con muchos analfabetos y gente con limitaciones intelectuales. En ese arsenal de justificaciones, ciertos elementos de la sociedad, creen encontrar la explicación del porque de tantas desventuras, de la secuencia de innumerables caudillos populistas y demagogos en el poder. A poco de hurgar en esta construcción argumental se desvanece casi toda su estructura. Sus cimientos caen por su propio peso y el esqueleto queda sin sostén razonable. Muchas sociedades incivilizadas han salido adelante a fuerza de su pujanza, de su actitud, de su coraje y determinación. Sin ir más lejos, esta república pudo construir una país vigoroso, potente, con visión de futuro y proyecto, en medio de indicadores de pobreza magistrales y un analfabetismo que superaba lo imaginable, en tiempos en que el sistema escolar era para unos pocos. No fue impedimento para soñar en grande y convertirnos en una de las primeras democracias del mundo, con sus flaquezas, con sus defectos, pero claramente marcando un camino del que nunca debimos apartarnos. La contracara de esto fueron otras naciones mucho más civilizadas, donde reinó el descalabro, la prepotencia y el autoritarismo como regla. Muchas masacres y atrocidades se concretaron en el marco de sociedades muy cultas, y más educadas que las nuestras. Por otro lado, la libertad no tiene que ver con la educación. Aquello de educar al soberano fue el puntapié que dio paso a un sistema que se ha perfeccionado con el paso de las décadas y que solo ha logrado adoctrinar a varias generaciones, incorporando sesgadamente una visión de la realidad, cerrándole la puerta a la diversidad, y generando el discurso hegemónico de cada etapa histórica. El poderoso de turno, ha tenido la oportunidad de manipular contenidos, contar una historia repleta de simplificaciones, validar visiones parciales del presente y acomodar todo a su arbitrio. Si a eso llamamos educación, si eso es lo que pretendemos fomentar y creemos que de ese modo tendremos ciudadanos con sentido crítico, con capacidad de elegir, de tener una mirada personal, estamos recorriendo el sendero equivocado. La libertad es parte esencial de la humanidad, tiene que ver con la especie. No es un favor otorgado por un gobierno y mucho menos la consecuencia de una mayor formación, instrucción o entrenamiento. Y esto, está lejos de ser una apología del analfabetismo o de la ignorancia. Muy por el contrario, se trata de jerarquizar la libertad como valor. Los individuos somos eso, personas, capaces de tomar decisiones por sí mismas, y nuestra mayor información, conocimientos y cultura son deseables, pero de ningún modo un requisito para la libertad. Los hombres aprendemos a decidir por nosotros mismos. Lo hacemos a base de prueba y error, de tropezar y levantarnos. La educación formal, la instrucción no ahorra demasiado camino y mucho menos garantiza decisiones acertadas. Sobran pruebas de ello. Las sociedades más hostiles del mundo actual, las más beligerantes, las que se han llenado de soberbia, son aquellas donde el conocimiento abunda. No siempre estar informado garantiza tener el criterio adecuado. Tampoco lo contrario, habrá que decirlo claramente. El conocimiento no nos hace mejores, ni siquiera más libres. Solo nos brinda más herramientas. El arte, la inteligencia está en saber utilizarlas y no en tenerlas disponibles. El resto tiene que ver con la formación en valores, con la integridad personal, con los patrones morales que rigen nuestro accionar cotidiano. Por eso, seguir alimentando esta falacia autoritaria, esta quimera fascista, que sostiene que debemos educar a la sociedad, esconde la dictatorial intención de dominar contenidos en el sistema escolar estatal, para adoctrinar y enseñar lo que se les place, con los dineros de todos. El esquema es casi perfecto para los que tienen el timón del sistema educativo. Ellos cuentan con los recursos que todos aportamos, y deciden que ideologías se enseñan y cuáles se ignoran deliberadamente. La idea que sostienen es que los alumnos aprendan lo que ellos pretenden. Todo esto en el marco de un sistema educativo que nunca se discute, extremadamente defendido en lo estructural, solo cuestionado en sus matices. Es tiempo de replantearnos todo, con autocritica, con humildad, asumiendo que pudimos habernos equivocado de buena fe, para dejar de seguir siendo funcionales a los déspotas de siempre. Tal vez debamos preguntarnos si realmente queremos un sistema de adoctrinamiento como el que han creado generaciones de visionarios opresores, quienes alineados en diferentes ideologías, compartieron el sueño común de amaestrar a las sociedades que gobernaban a su tiempo. Cuidado con esta creencia sumamente aplaudida que dice que sin educación no podemos concebir una democracia, que los pueblos ignorantes no merecen libertad, que las sociedades sin criterio deben replantearse su sistema político por algún tiempo. Ese fue el salvoconducto para los regímenes autoritarios que más secuelas dejaron en nuestras sociedades. Las heridas de aquellos errores no parecen cicatrizar nunca y nosotros seguimos insistiendo con fórmulas que ya fracasaron. La libertad no está en discusión. Es parte esencial de la especie humana. No aceptemos tan mansamente que para ser libres hay que ser educados. No necesitamos un déspota que nos adoctrine. Precisamos ejercitar más la libertad, equivocarnos para aprender de nuestros errores. Y mucho menos aceptemos con tanta pasividad que sigan engordando un sistema educativo nefasto, plagado de intereses corporativos que solo nos sigue embretando, y perfecciona su mirada autoritaria día a día para darle la coartada perfecta al fascismo.


Alberto Medina Méndez amedinamendez@gmail.com skype: amedinamendez www.albertomedinamendez.com 54 – 03783 - 15602694


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