Pese a todo aunque debuté en la vida enfrentando a la policía de la dictadura peronista; yo quiero con prevención a los “Federicos” porque saben hacer su trabajo, aún cuando circunstancialmente me perjudique o me resulte de una prepotencia repugnante, la misma que le exigiría ante los que alteran el orden.
Siempre tuvieron una cabeza y a ella le responden, no discuten, obedecen que es como debe de ser. No se debe ocultar la verdad en función de intereses personales. Así fue hasta que el veneno de los progresistas subversivos excomulgó todo lo que fuese u oliese a orden, disciplina, autoridad y jerarquía. A partir de allí la policía se volvió autónoma respondiendo solo a sus intereses corporativos o a los que le aseguraban impunidad.
La ministra de Seguridad de la Nación habló ayer en una charla con militantes de la comuna 3 de la ciudad de Buenos Aires y señaló que el problema “mas serio y más complejo que tenemos es la Policía Federal” En el centro cultural Zaguán Sur, militantes y vecinos de Balvanera y San Cristóbal, la ministra disertó junto al periodista y titular del Centro de Estudios Legales y Sociales, Horacio Verbitsky. En esa charla, ambos hablaron sobre la Policía Federal y se ayudaron en la muestra de cifras, datos y gráficos.
Un cañonazo a la policía o una imputación directa sin mencionarlos arteramente a los presidentes, jefes de gabinete, ministros de interior y seguridad que han tenido la responsabilidad de conducir este monstruo corrupto durante diez años; como inicio de la operación de copar el control del ejecutivo para la izquierda terrorista subversiva.
Dicho de otra manera, Terminemos con esta galería de kioscos personales enfrentados y compitiendo: la hora de profundizar exige un pensamiento estratégico único y una acción coherente. Todo es posible, incluso la pretensión de querer matar dos pájaros de un tiro.
El tema no es para entrar a lo bruto, tirar cuatro opiniones y salir. No se lo puede sacar de nuestra realidad histórica y geográfica, ni de la cuestión general que abarca a todas las fuerzas de seguridad del mundo desde que este existe, sean persas, anglosajonas, francesas o “la mejor del mundo”
Comencemos por el principio: el nombre, policía, viene del latín, politia, y este del griego; de la misma palabra que define la política: ocupado de la res pública. Finalmente, cuerpo encargado de velar por el orden y la convivencia dentro de los límites que establecen costumbres, leyes y reglamentos.
Caminan y conviven necesariamente para ser eficientes en su función en el filo de la navaja entre dos mundos opuestos: el de los delincuentes y el de los honestos ciudadanos, entre el deber y el viva la pepa.
Delincuentes y corruptos hay en todas partes, en la policía, en la política, en los gobiernos, en los gremios y hasta en las iglesias. Que permanezcan impunes es responsabilidad exclusiva de las cabezas que los dirigen.
Pretender una policía virtuosa y aséptica, cuando sus jefes y responsables son todos delincuentes de lo peor, es una hipocresía propia de fariseos.
Solo la autoridad puede imponer los límites, pero si esas cabezas se llaman Nilda Garre, ex comandante Teresa de la banda de terroristas Montoneros, su asesor Verbinstky, ex jefe de inteligencia de los asesinos, Aníbal Fernández, garante de narcotraficantes y lavadores de dinero, Julio De Vido jefe de los coimeros, magistrados que viven del delito vendiendo investigaciones y sentencias o Cristina Kirchner y familia con impunidad judicial firme por su fantástico enriquecimiento ilícito producto de defraudaciones, extorsiones y robo; está cantado de cual lado va a caminar la policía entre los dos mundos con los que convive.
Al bueno y al mejor solo le quedan dentro de este sistema perverso dos alternativas: cruza la raya o se va, de lo contrario le fabrican un sumario o lo matan; su permanencia compromete, por más que sea sordo, ciego y mudo al aceitado sistema de la corrupción.
Supongo que es verdaderamente un problema para la ministro de seguridad como lo es para Macri su policía metropolitana; le faltan efectivos y tiempo para reemplazar a la Federal con los “chicos” de Quebracho y D’Elía que debutaron en La Plata encargándose de la seguridad en el acto que premiaron a Chávez, pero como este no es tonto infiltró efectivos de un ejercito extranjero de civil para reforzarlos, ante el unánime silencio del parlamento.
Todavía no está el horno para bollos de militarizar pibes chorros, niños y jóvenes militantes idealistas en milicias populares.
Ya llegará la ocasión mientras los ilustrados pensadores hacen cuentas electorales y discuten acerca de futuras gobernabilidades utópicas.
La Policía, esta o cualquiera otra, solo precisan tres cosas, respaldo, respeto y límites desde el poder. Su razón de ser es servir a los ciudadanos y no ser sicarios de sus patrones que les pagan con lo que le roban a todos.
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