septiembre 19, 2009

TEST DIAGNOSTICO, EL VALOR DE LA PALABRA


Su objeto es detectar personalidades toxicas y contaminantes.

Los términos o expresiones que se usan en el lenguaje tienen un valor que va más allá de de la comprensión del mensaje o el nivel cultural del emisor.
Desnudan el pensamiento profundo, sus fuentes de información, lecturas y con quienes se comunica habitualmente. El entorno le llaman. Una verdadera tomografía intelectual y sociocultural.

El procedimiento es sencillo y gratuito, no requiere instalaciones ni aparatología, como mucho un lápiz y un papel, no es imprescindible.
Simplemente cuente cuantas veces repite ciertas palabras, sus derivados y expresiones en su exposición o conversación el examinado.

Instituciones, república, democracia, minorías, pobres, justicia social, diálogo, consenso. Derechos de…, constitución, legal, inclusión, discriminación, leyes de la dictadura (que naturalmente utilizan las dictaduras democráticas) o el clásico argot que delata la pertenencia del parlante a cenáculos o petit comité de grupúsculos intelectualoides y que su lenguaje es producto de microchips implantados y no expresión del pensamiento: culturas originarias por toldería, etnia por indiada, opinión pública por yo pienso, campesino por trabajador rural, distribución de riqueza por confiscación Hay cientos, por razones prácticas para una primera impresión alcanza.

Es un procedimiento similar al que usan los motores espías de comunicaciones. Una palabra y salta la alarma que graba y registra al emisor como presunto o supuesto sospechoso no se sabe de que.

En este caso no es presunto ni sospechoso y se sabe de qué. Es definidamente tóxico y contaminante.
La cuestión tiene sus bemoles y habrá que habituarse a manejarla para comunicarse con claves, se viene la mordaza total.

No le puedo dar una grilla de resultados, más de diez tal cosa, menos de cinco tal otra, ni hace falta, escribo para gente criteriosa no suelo aunque parezca presuntuoso, tirarle margaritas a los chanchos.

Cínicos, demagogos e hipócritas activan de inmediato una alarma en el examinador. Los zurditos vergonzantes o encubiertos ni le cuento, se encienden como un arbolito de navidad.

La sorpresa será cuando descubra cuantos pavos reales solo son ratas de alcantarilla con plumas de utilería.
La verdadera responsabilidad será comenzar a tratarlos como lo que son o ignorarlos, por aquello de dime con quien andas y te diré quien eres.
Tampoco pasarse de roscas no es cuestión de ejecutarlos, por ahora solo ponerlos en cuarentena y siendo desprolijo ponerles un cencerro como a los leprosos, avisar a los distraídos.

Una mínima contribución para sanear el ambiente.

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