febrero 14, 2008

CIUDAD AUTONOMA Y POLICIA FEDERAL


UN DILEMA DE PRO


La policía federal se ha convertido en un Polijuego, servía para dar seguridad y garantizar el orden, fue el caballo de Troya que la tiranía le dejó al Jefe Autónomo, la han convertido en moneda de cambio del toma y daca político.

Solicitar una audiencia a un funcionario, para que le de mayor autonomía a la ciudad, no entra en la cabeza de ningún ciudadano medianamente respetuoso del ordenamiento legal. Si no sabe lo que dice, será difícil que sepa lo que va a hacer.

La policía no es icono, ni sinónimo de seguridad, es solo un elemento más, junto a los códigos de fondo y de procedimientos, la justicia, los establecimientos de detención para adultos y menores y fundamentalmente la decisión de no negociar, pactar o consensuar con delincuentes, operen aislados, en banda u organizados en ONG, comprometerse dar seguridad y orden público, trenzando un solo cabo es tarea de dementes.

Se han encorsetado solos sin ayuda, prometiendo en campaña una seguridad que no sabían y no podían garantizar, cada día ajustan un poco más la cincha. Aún con 900 millones y todos los efectivos, solo se podrá hacer un magnífico desfile; ampliar la Chacarita para enterrar los muertos de cada día o el Hospital Churruca, para los policías, devenidos en el blanco fácil de un “tiro al pichón”.

No es un problema de recursos económicos o financieros, controlar las “formaciones especiales” en la vía pública y los accesos o la amenaza constante de encapuchados protestantes delincuentes comunes y mafias urbanas oficializadas, en un país dónde delinquir se ha instalado como sinónimo de trabajar.

La ciudad autónoma no es estado, ni es provincia, es un aborto político, que no se arregla porque esta muerto; hay que procrear de nuevo.
Emparchar es el recurso barato de los inútiles, para que se consolide el desorden y la ilegalidad; que el próximo se haga cargo.
Admitamos que el problema es complejo y difícil, reconozcamos que al menos no hay que agravarlo para parecer que se hace y tapar la estafa a los votantes.

Hasta la demagogia a fuerza de abusar de ella se ha devaluado, ya no alcanza ni para mantener, lo que se rapiñó con malas artes.

En casi un año, desde que fueron electos y muchos más desde que sus “equipos se preparan para dar soluciones” seguimos en veremos, que si es tuya o es mía, si las escuelas se caen abajo o si no habrá clases, mientras estudian y deciden como arreglarlas, si sacamos todas las rejas y encerramos a los honestos en las cárceles para protegerlos. Se ordena el tránsito o se prohíben autos colectivos y camiones, caminar es saludable y disminuirá la asistencia a hospitales colapsados.
Llega un momento que las papas se queman y hay que sacarlas del fuego, la solución fácil: una policía propia, un territorio con dos policías dependientes de dos cabezas enfrentadas,una liberando calles y otra garantizando los derechos humanos de okupas y vándalos; códigos y procedimientos con doble comando, una verdadera fiesta para delincuentes y bandas de narcos. ¿A quien le importan los ciudadanos que son rehenes de sus “representantes”?

Del presupuesto de 900 millones que el gobierno nacional, dice que destina a la policía metropolitana, el Ing. Macri va a tener la propia con 300 millones, o el gobierno federal no sabe en que gasta, de lo que no tengo ninguna duda o el jefe de la ciudad es un excelente gerente y administrador, de lo que tengo serias y fundadas dudas.

Aparece ahora el proyecto salvador de una “locademia” de policía al uso yankee, seguramente dirigida por un desocupado en busca de un título o un cargo, el futuro Comandante General Blumberg. Trate que no lo asesinen o atropellen en los próximos cuatro años, para poder disfrutar de estas realizaciones.
Viendo que no hay solución,
las mafias urbanas se organizan y cobran “protección” ¿Estará previsto censarlos, darles una credencial y un chaleco identificatorio?

Repito la sugerencia de un artículo anterior: Tómese el helicóptero Ing. Macri y desaparezca con toda su banda, déjele la ciudad a los responsables del desorden, que no le podrán echar la culpa, porque no hizo nada. Los porteños, no podrán estar peor, pero al menos habrá un responsable para ejecutar, y no dos que se tiren la pelota. Con esa certeza puede bastar para seguir aguantando hasta que truene el escarmiento.

No escribo para gustar o hacer amigos, ni hacer sutil o aguda literatura con el drama de mi patria; sino para decir lo que veo y pienso, sin pelos en la lengua.






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