Dejemos de lado las operaciones de prensa, no es renuncia es blanqueo de una situación que ya no daba para más, sea por las tensiones internas del propio régimen, porque cerraron el negocio del cambio, porque terminaron de apretar los tornillos para que no caiga el montaje o un poco de cada cosa.
No hacen falta teorías conspirativas, el perfil de Castro desde sus comienzos es el del autócrata frío y calculador, un narciso exhibicionista no renuncia y se va. Simplemente ya no estaba, sea literal o figurativo o ese estado intermedio que se denomina vegetal. Poco importa el detalle.
Dice que deja fastidiosos títulos y entorchados pero seguirá escribiendo y marcando el ritmo como último servicio a la causa. Sin micrófonos, fotos ni presencia sólo escritos, curioso fenómeno biológico: un cerebro e intelecto intacto capaz de guiar a otros, en un organismo terminado.
Hurgar en el porque ahora; entra en la especulación fantasiosa, los tiempos que vienen podrán dar pistas, las certezas quedarán para los historiadores, que consigan acceder a la hojarasca de documentos desclasificados y a la sustancia de los que seguirán “top secret” Una vez más se cumple la antigua verdad de los griegos: “Los tiranos no se van, los sacan con los pies por delante” poco importa que se encarguen del trabajo sus enemigos, amigos o parientes.
En la práctica nada cambia, es solo un ajuste de estrategias, para nuevos tiempos y distintas circunstancias. A los 80 años los cerebros humanos no dan para tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario