Es una muestra más, que una vez llegados al poder, todos son iguales en el pensamiento demagógico y en las soluciones populistas, con el único objetivo de parecer que hacen.
Se comienza a considerar en la Ciudad Autónoma la “oficialización de los cuida coches” y los “motoqueros legales” ya les tocará a los limpiavidrios, payasos y malabaristas.
Es un camino ya recorrido por “okupas” artesanos, vendedores semiambulantes, cartoneros y piqueteros. Toda la fauna urbana de extorsionadores e invasores.
Censarlos, darles una credencial y un territorio. Reglamentando actividades que en algún punto siempre rozan lo ilegal, sea por nutrirse de los canales ilícitos del comercio, la competencia desleal, o la invasión de la vía pública cuando no fundarse en la descarada extorsión. Una vez organizados no saben como sacárselos de encima. Tienen chapa oficial, territorio propio y población cautiva.
Así está la ciudad de buena; sin plazas, paseos, calles o avenidas; poblada por cautivos. Así está el país con territorios liberados que tienen sus propias aduanas interiores y emiten documentación para habilitar el derecho a circular.
La buena gente todavía no cree en esto o le parece exagerado, porque no se ven uniformes de campaña que han reemplazado por pecheras de colores y en lugar de FAL o Kalashnikov usan caños, palos, hondas y molotov.
¿Existe autoridad legítima o un estado, cuando no hay control del orden interno, ni voluntad de imponerlo? Vale la pena conocer la respuesta antes de peticionar o dialogar con alucinaciones.
Son problemas de años, tantos como dicen estar preparándose para dar soluciones, que curiosamente ahora empiezan a “estudiar” Todos comenzaron como espontáneas soluciones a problemas circunstanciales, a todos los oficializaron, los justificaron y le dieron permanencia. Llegará el día en que los ciudadanos comunes hartos de ser cautivos de estas mafias terminen con el problema de manera no muy prolija.
Se comienza a considerar en la Ciudad Autónoma la “oficialización de los cuida coches” y los “motoqueros legales” ya les tocará a los limpiavidrios, payasos y malabaristas.
Es un camino ya recorrido por “okupas” artesanos, vendedores semiambulantes, cartoneros y piqueteros. Toda la fauna urbana de extorsionadores e invasores.
Censarlos, darles una credencial y un territorio. Reglamentando actividades que en algún punto siempre rozan lo ilegal, sea por nutrirse de los canales ilícitos del comercio, la competencia desleal, o la invasión de la vía pública cuando no fundarse en la descarada extorsión. Una vez organizados no saben como sacárselos de encima. Tienen chapa oficial, territorio propio y población cautiva.
Así está la ciudad de buena; sin plazas, paseos, calles o avenidas; poblada por cautivos. Así está el país con territorios liberados que tienen sus propias aduanas interiores y emiten documentación para habilitar el derecho a circular.
La buena gente todavía no cree en esto o le parece exagerado, porque no se ven uniformes de campaña que han reemplazado por pecheras de colores y en lugar de FAL o Kalashnikov usan caños, palos, hondas y molotov.
¿Existe autoridad legítima o un estado, cuando no hay control del orden interno, ni voluntad de imponerlo? Vale la pena conocer la respuesta antes de peticionar o dialogar con alucinaciones.
Son problemas de años, tantos como dicen estar preparándose para dar soluciones, que curiosamente ahora empiezan a “estudiar” Todos comenzaron como espontáneas soluciones a problemas circunstanciales, a todos los oficializaron, los justificaron y le dieron permanencia. Llegará el día en que los ciudadanos comunes hartos de ser cautivos de estas mafias terminen con el problema de manera no muy prolija.
Los responsables están y seguirán estando, ideando soluciones mágicas para fabricar nuevos problemas, en cómodos despachos oficiales, en sus cuentas, con nombres y apellidos conocidos, se acumulan violaciones a los derechos individuales de los ciudadanos, muertos y heridos. Hay una justicia que tarda pero siempre llega. Tendrán que responder hasta por los desmanes que provoque la santa ira de las víctimas.
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