Sin hacer ruido, para que no se note, comienzan a movilizarse los cadáveres insepultos, los viejos y los nuevos, caídos en octubre del 2007.
En el arco político no ha quedado títere con cabeza, hay un vacío que los tienta, al punto de ignorar que del ridículo no se vuelve y del código penal tampoco sin purgar el delito.
Primero el peronista Lavagna que ya salió del cajón. Radicales de la coordinadora, siempre embozados que se mueven en las sombras. El Restaurador de la Democracia. El padrino peronista y los “capos” de las principales familias. El sindicalista empresario gastronómico Un camaleón panfletista del chimento con veleidades intelectuales de escritor barroco, que cultiva el neologismo como expresión de cultura y agudeza. El peregrino de una candidatura vacante, el “hombre seguro”. Lo mejor de cada casa, diría Pérez Reverte.
Tienen algo en común Casi todos prestanombres a candidaturas imposibles, para asegurarles a los patrones el triunfo en 1º vuelta. Existen por el oxígeno que les da la prensa oficial. Todos exhiben el más soberano desprecio por los argentinos. Han sido enterrados por la indiferencia de la sana opinión o se han burlado alevosamente de ella.
Un clásico político argentino, nadie se retira, ni se muere, una expresión más de la impunidad y la desvergüenza. Reciclamos papeles, cartones, basura y dirigentes.
Una estrategia política del poder condenada al fracaso, lo barato sale caro, utilizar traidores y renegados en oferta, para armar una oposición o un partido es darles la ocasión de volver a serlo. Carecen de autocrítica, siguen creídos que si perdieron es porque la incultura argentina no los alcanzó a comprender. Una forma de tranquilizar la conciencia.
¡Ojala sigamos brutos, antes que mal aprendidos!
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