Parece que tal es su terquedad, que ni se debe rezar por su conversión. Se pretende nada menos que con respecto a “una parte especial de la humanidad” los católicos olvidemos la Fe, la Caridad y la oración. Segregacionismo a ultranza. El cambio en el texto de una oración pidiendo por la conversión de los judíos, despertó desde Roma, Jerusalem y New York, una feroz explosión de intolerancia, que recogió toda la prensa, pretendiendo descalificar y poner en entredicho a S.S. Benedicto XVI.
No puedo imaginar un solo católico que se ofendiese o escandalizase porque los judíos en sus oraciones, pidieran porque los católicos volvieran a la sinagoga, negando que el Hijo de Dios sea el Mesías, que vino al mundo, murió y resucitó por todos los hombres. No lo dicen, pero de hecho lo hacen obsesivamente desde hace dos mil años. No son solo mis palabras, sino de San Pablo, Previniendo a los fieles contra los judaizantes en sus Cartas a las Iglesias y comunidades de Asia y Grecia.
Es más si tuviesen verdadera fe en lo que creen, estos personajes que rasgan sus vestiduras escandalizados, debieran hacerlo. De todas formas Dios, Yahvé o el que no se nombra, hará lo que debe de hacer y no lo que le piden que haga. Por eso es Dios, el Supremo, Eterno, Inefable y Todopoderoso.
Ten piedad Señor por los hijos de Israel y todos los hombres. Muéstranos la luz de la Verdad, por la salvación de las almas. Amén
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