El conflicto artificialmente instalado con el Uruguay es falso con argumentos confusos y reacciones desubicadas. Cuando se instaló en la opinión, hace años que todos lo sabían, la reacción vecinal fue originalmente la indignación por la falta de respuesta de las autoridades y la presencia de activistas dispuestos a sacar rédito, allá estaban “Greenpace”, asesores, expertos y toda clase de “calienta orejas”¿Cuáles son los títulos y méritos de la abogada Piccoloti para pasar de asesora legal de la Asamblea Ambientalista a la secretaría de estado de desarrollo ambiental, en un país que cuenta con cientos de profesionales de excelencia, décadas de vigencia de una ley de Higiene y Seguridad Industrial (ley 19587) Un Instituto de Seguridad Industrial fundado en 1940 con prestigio y reconocimiento en todo el mundo, presencia Argentina permanente en congresos y foros internacionales?
Una cuestión reservada al conocimiento de técnicos y especialistas se debatía en la calle o en el café, cada uno le cargó la cuota de frustración y resentimiento al chivo emisario.
A ello se sumaron la incapacidad del gobierno argentino para controlar el orden público, sus declaraciones siempre agresivas y demagógicas, el miedo cerval a perder votos y popularidad y un canciller (Bielsa) que acreditó la mayor cantidad de desaciertos de la historia.
La incapacidad oficial de reconocer errores, destituir inútiles o al menos prolijamente dar marcha atrás. Miedo+Miedo=conflicto. Es sólo una apretada síntesis.
El planteo de los vecinos de Gualeguaychú comenzó por el impacto ambiental que producirían la plantas de pasta de celulosa a instalarse en la costa Uruguaya, para que no queden dudas la “consigna” fue: “no a las papeleras, si a la vida”.
La contaminación del agua y la atmósfera, lluvias ácidas a distancia incluidas, son cuestiones reales y mensurables, pasibles de modificarse, resolverse o minimizarse; para quien tenga la formación profesional y un mínimo de experiencia en el tema, las elucubraciones teóricas y la fantasía están fuera de lugar en el ámbito de la ciencia y de la técnica.
Sometida la cuestión a dudosos informes y el hecho que Argentina, por irresponsabilidad empresaria y complicidad oficial está entre los países más permisivos en violación a leyes vigentes en cuanto a contaminación, al tiempo que se proclamaba por boca de sus gobernantes que la preservación ambiental era: una cuestión nacional; resto peso y autoridad a los argumentos.
El si a la vida, quedó como una tragicómica expresión de deseos. Vida en Gualeguaychú, muerte en el Paraná, en el conurbano y el Río de la Plata.
Se comenzó a barajar la solución del traslado de las plantas, apoyado por el novedoso argumento de la “contaminación visual” argumento insostenible toda vez que ocurre permanentemente en todas las ciudades del mundo. En lo visual contamina la torre que construyeron frente a mi casa, el cartel de publicidad con luces intermitentes toda la noche, los neumáticos que queman las marchas piqueteros, etc.
Acerca del traslado, en teoría son dos las alternativas: o el Uruguay se lleva las plantas al interior de su territorio en el supuesto que tuviese un curso de agua suficiente, o se las emplaza aguas arriba. Esta hipotética segunda alternativa raya en el absurdo, se contamina aguas abajo, y el traslado significa contaminar más poblaciones y tierras. Curiosamente el mismo efecto que tendrán las plantas proyectadas en Corrientes y en Brasil sobre el Río Uruguay, tema que no se toca, como tampoco se dice nada acerca de si el gobierno Nacional comunicó al Uruguay el proyecto en curso.
¿O se pretenderá argumentar que los Uruguayos son los únicos obligados al tratado del río compartido?
Como se ve los argumentos confusos son cada día más insostenibles.
Pasemos a las reacciones desubicadas; el entredicho se plantea entre los vecinos de una ciudad de provincia y un estado soberano, queda claro que la Provincia de Entre Rios como todas las otras, delegó la conducción de las Relaciones Exteriores y la defensa nacional en el Gobierno Nacional. A partir de esta verdad que no admite réplicas ni cuestionamientos, Entre Ríos, Gualeguaychú y su vecindario, en lo internacional carecen de opinión en el tema, es el Gobierno Provincial quien debe reclamar e intimar las soluciones al Gobierno Nacional. El derecho de peticionar o manifestar solo es posible ejercerlo ante los responsables.
Si hay que bloquear el tránsito o marchar en reclamo de esos derechos, es la Casa de Gobierno, la Cancillería y todas las dependencias del poder ejecutivo nacional el lugar adecuado para hacerlo, o siguiendo la siempre correcta vía jerárquica, las dependencias del gobierno provincial.
Siendo el Uruguay un estado soberano no tiene porque soportar el patoterismo de provincianos extranjeros.
Si algunos argentinos han perdido todo sentido de la proporción y de la dignidad, es a los argentinos a quienes corresponde ponerlos en caja ante el evidente vacío de poder y autoridad que permitan sostener la organización de las Provincias Unidas del Río de la Plata como una nación jurídicamente organizada.
Con estos principios elementales no se juega, hoy es Gualeguaychú, mañana serán otros, argumentos sensibleros o inclusos serios nunca faltan.
Ningún argentino bien nacido puedo tolerar que se comience a recorrer el camino de la desintegración de un país que con aciertos y errores costó mucha sangre, esfuerzos y frustraciones, cualquiera sea el argumento que se esgrima.
¿Si esto es así, porque el problema y su permanente recalentamiento?
Porque el llamado conflicto es solo una herramienta de política interna del gobierno.
El tema Uruguay encubre los precios, el conflicto irresuelto con la producción agropecuaria, el colapso de la Salud Pública, el transporte, la inquietud de los mercenarios sindicales y políticos.¿A quién responden sino los “nuevos vecinos” aquerenciados poco a poco en Gualeguaychú, en verdad agitadores profesionales?
Como la avalancha está en curso, de acá a fin de año la situaciones, esta u otras, rozarán el punto de ignición.
Será necesario a no dudarlo tener muy en claro que, y porque ocurre, para no terminar arrastrado por la sensiblería y un patrioterismo hipócrita.
Una cuestión reservada al conocimiento de técnicos y especialistas se debatía en la calle o en el café, cada uno le cargó la cuota de frustración y resentimiento al chivo emisario.
A ello se sumaron la incapacidad del gobierno argentino para controlar el orden público, sus declaraciones siempre agresivas y demagógicas, el miedo cerval a perder votos y popularidad y un canciller (Bielsa) que acreditó la mayor cantidad de desaciertos de la historia.
La incapacidad oficial de reconocer errores, destituir inútiles o al menos prolijamente dar marcha atrás. Miedo+Miedo=conflicto. Es sólo una apretada síntesis.
El planteo de los vecinos de Gualeguaychú comenzó por el impacto ambiental que producirían la plantas de pasta de celulosa a instalarse en la costa Uruguaya, para que no queden dudas la “consigna” fue: “no a las papeleras, si a la vida”.
La contaminación del agua y la atmósfera, lluvias ácidas a distancia incluidas, son cuestiones reales y mensurables, pasibles de modificarse, resolverse o minimizarse; para quien tenga la formación profesional y un mínimo de experiencia en el tema, las elucubraciones teóricas y la fantasía están fuera de lugar en el ámbito de la ciencia y de la técnica.
Sometida la cuestión a dudosos informes y el hecho que Argentina, por irresponsabilidad empresaria y complicidad oficial está entre los países más permisivos en violación a leyes vigentes en cuanto a contaminación, al tiempo que se proclamaba por boca de sus gobernantes que la preservación ambiental era: una cuestión nacional; resto peso y autoridad a los argumentos.
El si a la vida, quedó como una tragicómica expresión de deseos. Vida en Gualeguaychú, muerte en el Paraná, en el conurbano y el Río de la Plata.
Se comenzó a barajar la solución del traslado de las plantas, apoyado por el novedoso argumento de la “contaminación visual” argumento insostenible toda vez que ocurre permanentemente en todas las ciudades del mundo. En lo visual contamina la torre que construyeron frente a mi casa, el cartel de publicidad con luces intermitentes toda la noche, los neumáticos que queman las marchas piqueteros, etc.
Acerca del traslado, en teoría son dos las alternativas: o el Uruguay se lleva las plantas al interior de su territorio en el supuesto que tuviese un curso de agua suficiente, o se las emplaza aguas arriba. Esta hipotética segunda alternativa raya en el absurdo, se contamina aguas abajo, y el traslado significa contaminar más poblaciones y tierras. Curiosamente el mismo efecto que tendrán las plantas proyectadas en Corrientes y en Brasil sobre el Río Uruguay, tema que no se toca, como tampoco se dice nada acerca de si el gobierno Nacional comunicó al Uruguay el proyecto en curso.
¿O se pretenderá argumentar que los Uruguayos son los únicos obligados al tratado del río compartido?
Como se ve los argumentos confusos son cada día más insostenibles.
Pasemos a las reacciones desubicadas; el entredicho se plantea entre los vecinos de una ciudad de provincia y un estado soberano, queda claro que la Provincia de Entre Rios como todas las otras, delegó la conducción de las Relaciones Exteriores y la defensa nacional en el Gobierno Nacional. A partir de esta verdad que no admite réplicas ni cuestionamientos, Entre Ríos, Gualeguaychú y su vecindario, en lo internacional carecen de opinión en el tema, es el Gobierno Provincial quien debe reclamar e intimar las soluciones al Gobierno Nacional. El derecho de peticionar o manifestar solo es posible ejercerlo ante los responsables.
Si hay que bloquear el tránsito o marchar en reclamo de esos derechos, es la Casa de Gobierno, la Cancillería y todas las dependencias del poder ejecutivo nacional el lugar adecuado para hacerlo, o siguiendo la siempre correcta vía jerárquica, las dependencias del gobierno provincial.
Siendo el Uruguay un estado soberano no tiene porque soportar el patoterismo de provincianos extranjeros.
Si algunos argentinos han perdido todo sentido de la proporción y de la dignidad, es a los argentinos a quienes corresponde ponerlos en caja ante el evidente vacío de poder y autoridad que permitan sostener la organización de las Provincias Unidas del Río de la Plata como una nación jurídicamente organizada.
Con estos principios elementales no se juega, hoy es Gualeguaychú, mañana serán otros, argumentos sensibleros o inclusos serios nunca faltan.
Ningún argentino bien nacido puedo tolerar que se comience a recorrer el camino de la desintegración de un país que con aciertos y errores costó mucha sangre, esfuerzos y frustraciones, cualquiera sea el argumento que se esgrima.
¿Si esto es así, porque el problema y su permanente recalentamiento?
Porque el llamado conflicto es solo una herramienta de política interna del gobierno.
El tema Uruguay encubre los precios, el conflicto irresuelto con la producción agropecuaria, el colapso de la Salud Pública, el transporte, la inquietud de los mercenarios sindicales y políticos.¿A quién responden sino los “nuevos vecinos” aquerenciados poco a poco en Gualeguaychú, en verdad agitadores profesionales?
Como la avalancha está en curso, de acá a fin de año la situaciones, esta u otras, rozarán el punto de ignición.
Será necesario a no dudarlo tener muy en claro que, y porque ocurre, para no terminar arrastrado por la sensiblería y un patrioterismo hipócrita.
4 comentarios:
HAGAMOS QUE MUERDAN EL MISMO POLVO: en lugar de dejar que la papelera ENCE se mude a otra parte del rìo del lado URUGUAYO ofrezcamos e incentivemos que se mude al lado Argentino frente a las costas uruguayas de SALTO donde los uruguayos invirtieron fortunas en SPA y hoteles saludables.
Que les parece si movemos esta postura?
Ence lo mismo se va a instalar, quizá enotra parte del río y donde nos moleste a nosotros y no a ellos, mejor que les moleste a ellos y no a nosotros.
BARBARO, SUPONGO QUE TAMBIEN SERÁ NO PROBLEM FRENTE A SALTO
Este tema no lo entiendo bien. El gobierno argentin se da el lujo de mostrar un comportamiento no coherente en la comunidad internacional. Sus dos derrotas fueron como de 20 a 1 (el voto argentino) Hipótesis:
1)K se juega a que esto lo puede arreglar más adelante, y aquí no pasó nada.
2)K, como suele hacerlo, deja que los desubicados se quemen solos. Pero en este caso pareciera que es este caso hay mucho inútil desgaste.
3)O será que los círculos económicos argentinos presionan para que la gente no vaya a gastar en Uruguay? o que regresen los capitales de los bancos uruguayos???.
4)Será que esa política de no reprimir (a nadie) le ha salido tan bien a K que por nada del mundo quire poner las cosas en su lugar??
Es seguro que K sabe manejar muy bien las situaciones de conflicto, y muestra no tener apegos permanentes ni adhesiones incondicionales. Como el problema es externo, las cosas nunca pueden irle tan mal como para perder puntos en el apoyo interno. No se. http://www.blogger.com/profile/33378315 horacio
Yo también voy a poner un punto.
Las papeleras contaminan.
Los invito a estudiar el asunto antes de opinar livianamente sobre política en vez de hacerlo seriamente sobre una cuestión ambiental.
El cloro (tanto en versión gaseosa como el dióxido de cloro) producen en contanto con el carbono lo que se conoce como compuestos organoclorados. Revisen el Convenio de Estocolmo sobre compuestos orgánicos persistentes antes de volver a postear.
La simple lectura del artículo, deja en claro que las pasteras contaminan el agua y la atmósfera, que esta es una cuestión técnica y científica, cuyo tratamiento está reservado a especialistas.
El tratado de Estocolmo es uno más de los cientos de convenios internacionales que solo existen para obligar a "los otros". Tiene tanta jerarquía y vigencia como los Protocolos de Kyoto o La convención de Ginebra sobre la guerra.
Los compuestos organoclorados en el 90% provienen de la contaminación con agroquímicos y plaguicidas.
Para que no le queden dudas, las plantas de Fray Bentos son tan contaminantes como las que proyectan Argentina y Brasil sobre el río Uruguay y todas las ya existentes sobre el Paraná.
Opino como especialista en Higiene y Seguridad Industrial, por lo que no preciso ir a Estocolmo para saber como son lassw cosas, las he visto en Misiones y como médico conozco el impacto en la salud de las poblaciones vecinas. Nada es más fácil en argentina que ser guitarrero y payador.
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