noviembre 22, 2006

Brasil, otro imperio y van...


Lula da Silva demostró que tiene la mejor cintura política de América y la más peligrosa. De un “caderazo” desplazó el eje Caracas-Bs. As. al Brasil, y se montó en la cresta de la ola que se apresta a barrer del mapa a Hispanoamérica. En la realidad es una simple jugarreta de la que extraerán suculentos réditos comerciales y le pararán el carro político a otros para demostrar quien es quien en Sudamérica.
Ello representa un brusco cambio de su bajo perfil internacional, caracterizado por silencios y ausencias con aviso, por un sorpresivo protagonismo anunciando el triunfo de Chávez en Venezuela, días antes de viajar para inaugurar un puente internacional junto al dictador y el proyecto de fundir las FFAA de toda Sudamérica en un pacto al estilo OTAN, “para evitar que poderosos intereses se sientan tentados por nuestras riquezas y amplios territorios despoblados, y en algún país de los militares pierdan la paciencia poniendo en peligro la democratización de la región” Más claro echarle agua.
Pretender que ha desarrollado una profunda coincidencia con Venezuela sería una ingenuidad, Brasil es Brasil, Venezuela, Argentina y todos los demás, solo son recursos útiles para los siempre permanentes objetivos de sus políticas de Estado.
No en vano el Brasil desde 1645 fue sucesivamente: Principado, parte del Reino Unido de Portugal, Brasil y los Algarbes del que se independizó en 1822 para constituir un Imperio hasta 1888.
Corona de la casa de Sajonia-Coburgo-Gotha y Braganza ligada a los Habsburgo de Austria y a todas las coronas de Europa; una tradición política del más puro estilo europeo del que no se apartó un ápice; al punto que cuando sus presidentes populistas lo hicieron, “Itamaraty” se revelo casi como un estado dentro del estado, conservando el estilo y las más puras tradiciones políticas de las poderosas monarquías.
Si bien es formalmente una República, opera al más puro estilo de los imperios centrales. No se trata de si es bueno o malo, es así y punto, más vale entenderlo que sufrirlo.
No sería un absurdo pensar que haya trasnochados en Brasil que sueñen con cobrarse la cuenta de aquel tratado de Tordesillas y las Bulas de Alejandro VI que los limitó, casi a las playas del nuevo mundo, y que poco a poco con paciencia y mucha saliva han ido violando sistemáticamente.
Habla de una OTAN Sudamericana, porque quedaría desprolijo llamarla una Santa Alianza con un ordinario de socio.
Su proyectada unión de los Ejércitos de Sudamérica rearmados por Brasil, no tuvo mayor repercusión en los medios del Brasil pues era para consumo externo. Un posible magnifico negocio y una clara demarcación de territorios, diplomáticamente adobada por el innecesario anuncio de la reelección de Chávez.
Curiosa la pretensión de un presidente que no puede controlar las favelas de Río de Janeiro y Sao Paûlo (o quizás si puede y lo tiene como un as en la manga) ni la inconmensurable extensión del amazonias en que solo tiene una presencia virtual.
Poseen, en estos pagos, el monopolio de la fabricación de armamento y máquinas de guerra, sean terrestres o aéreas y las mayores terminales de la industria automotriz liviana y pesada. Ahora van por el mercado consumidor, bien integrado para que no haya desconfianzas.
Chávez no es un aliado, es un enemigo natural al que hay que mantener entretenido y sobarle el lomo a cambio de los recursos energéticos del Caribe y de Bolivia, ¿que otra cosa le puede aportar Venezuela al Brasil, a mas de ser un útil peón en la política internacional?
El pasado ya pasó Don Lula, es posible que le sobre cintura pero le falta envergadura y lo que “natura non da, Itamaraty non presta” el tablero de la política ya no es lo que era. En esta época es mucho más peligroso que antes jugar con fuego, se acabó el estilo y el “savoir faire” hay muchos ordinarios improvisados.

No hay comentarios: