NOTA: Es aconsejable para quienes no tengan la información recurrir a los enlaces al pié del articulo.
Una simple consecuencia de las patas cortas de las mentiras, es que no pueden escaparse con la suficiente rapidez como para que no se vea la hilacha
Es conocido que somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras. Una vez que se las suelta no es posible rebobinarlas y allá van causando estragos con la marca registrada del autor.
El escandaloso caso del comisario Etchecolatz, condenado y casi ejecutado por la tiranía y sus mercenarios antes de la sentencia en un juicio, quedará en la historia como el arquetipo de los derechos humanos del malón patagónico.
La desaparición de un testigo, después de haber declarado y haberse dictado la sentencia del caso, ha desatado un “pandemonium” entre los lenguaraces del régimen.
El periodismo obsecuente, de inmediato lo bautizó como “el testigo fundamental para la condena”, el ejecutivo antes de regresar de New York, hizo saber su angustia y preocupación por el hecho, privilegiando la condición de víctima de la “dictadura militar” y ex-desaparecido (¿?) del testigo; se ofrecieron recompensas y se instalo el delito de sospecha, en donde estarían involucrados policías afines al comisario condenado. Se exhiben por todos los medios fotos de archivo del “desaparecido”, un señor de 77 años afectado según la familia por una enfermedad de Parkinson y hasta presumiblemente por un cierto grado de demencia senil, atendiendo a lo que declaró (ocurrido hace 30 años) con lujo de detalles contradiciendo a otros testigos, el veía, escuchaba y sabía todo, en condiciones de detención infrahumanas.
Una vez que se tomó conciencia de las burradas que echaron a rodar, comenzó la operación de descalificar al testigo y a la familia. Parece que ni era “militante subversivo, ni fue un testigo fundamental”, es más, afirma la Bonafini que fue un detenido privilegiado por ser familiar de policías ¿No era desaparecido? Aderezando la operación con miles de amenazas a fiscales y jueces que tienen en sus manos supuestas denuncias contra militares y policías por el delito de serlo.
Dónde está y por que desapareció otra vez, nadie lo sabe. La trascendencia y la inusual movilización, desnuda una operación oficial, que quizás comenzó como una cosa y terminara en otra. A mi entender está claro que si fue un mensaje mafioso, como dice el gobierno, para atemorizar a futuros testigos y demostrar que los “represores” siguen teniendo poder, es obra de chicos de pre-escolar, los mensajes se firman para que se entiendan, en este caso la firma es un cadáver con la lengua cortada y atado con alambre. No se guarda sin motivo el cuerpo del delito, cuando la busca toda la policía y las formaciones especiales o ¿también es mentira?
Si se ha hecho primordial destruirlo, aparecerá un pobre anciano demente, perdido en cualquier parte, junto a un inocente atentado contra un juez, un defensor o un testigo, para que no queden dudas que malos son los militares.
A medida que aparecen informaciones que desnudan las mentiras instaladas, pareciera que si de algo son culpables los represores es de incumplimiento de los deberes de funcionario público al haber dejado libres tantos informados testigos y haber dedicado el tiempo que requería la función de Jefe de Inteligencia de la policía, en plena guerra contra la subversión terrorista, a pasearse por los lugares de detención, torturar y asesinar personalmente detenidos como para matar el tiempo y despuntar el vicio.
Viendo tanta gente que sabía, veía y oía todo, no parecen tan “inhumanas las condiciones de detención” o será que los “argentinos somos mucho más derechos y humanos” de lo que creíamos.Moraleja: Hasta los espontáneos obsecuentes ya tienen miedo de abrir la boca y los mercenarios temen.
Una simple consecuencia de las patas cortas de las mentiras, es que no pueden escaparse con la suficiente rapidez como para que no se vea la hilacha
Es conocido que somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras. Una vez que se las suelta no es posible rebobinarlas y allá van causando estragos con la marca registrada del autor.
El escandaloso caso del comisario Etchecolatz, condenado y casi ejecutado por la tiranía y sus mercenarios antes de la sentencia en un juicio, quedará en la historia como el arquetipo de los derechos humanos del malón patagónico.
La desaparición de un testigo, después de haber declarado y haberse dictado la sentencia del caso, ha desatado un “pandemonium” entre los lenguaraces del régimen.
El periodismo obsecuente, de inmediato lo bautizó como “el testigo fundamental para la condena”, el ejecutivo antes de regresar de New York, hizo saber su angustia y preocupación por el hecho, privilegiando la condición de víctima de la “dictadura militar” y ex-desaparecido (¿?) del testigo; se ofrecieron recompensas y se instalo el delito de sospecha, en donde estarían involucrados policías afines al comisario condenado. Se exhiben por todos los medios fotos de archivo del “desaparecido”, un señor de 77 años afectado según la familia por una enfermedad de Parkinson y hasta presumiblemente por un cierto grado de demencia senil, atendiendo a lo que declaró (ocurrido hace 30 años) con lujo de detalles contradiciendo a otros testigos, el veía, escuchaba y sabía todo, en condiciones de detención infrahumanas.
Una vez que se tomó conciencia de las burradas que echaron a rodar, comenzó la operación de descalificar al testigo y a la familia. Parece que ni era “militante subversivo, ni fue un testigo fundamental”, es más, afirma la Bonafini que fue un detenido privilegiado por ser familiar de policías ¿No era desaparecido? Aderezando la operación con miles de amenazas a fiscales y jueces que tienen en sus manos supuestas denuncias contra militares y policías por el delito de serlo.
Dónde está y por que desapareció otra vez, nadie lo sabe. La trascendencia y la inusual movilización, desnuda una operación oficial, que quizás comenzó como una cosa y terminara en otra. A mi entender está claro que si fue un mensaje mafioso, como dice el gobierno, para atemorizar a futuros testigos y demostrar que los “represores” siguen teniendo poder, es obra de chicos de pre-escolar, los mensajes se firman para que se entiendan, en este caso la firma es un cadáver con la lengua cortada y atado con alambre. No se guarda sin motivo el cuerpo del delito, cuando la busca toda la policía y las formaciones especiales o ¿también es mentira?
Si se ha hecho primordial destruirlo, aparecerá un pobre anciano demente, perdido en cualquier parte, junto a un inocente atentado contra un juez, un defensor o un testigo, para que no queden dudas que malos son los militares.
A medida que aparecen informaciones que desnudan las mentiras instaladas, pareciera que si de algo son culpables los represores es de incumplimiento de los deberes de funcionario público al haber dejado libres tantos informados testigos y haber dedicado el tiempo que requería la función de Jefe de Inteligencia de la policía, en plena guerra contra la subversión terrorista, a pasearse por los lugares de detención, torturar y asesinar personalmente detenidos como para matar el tiempo y despuntar el vicio.
Viendo tanta gente que sabía, veía y oía todo, no parecen tan “inhumanas las condiciones de detención” o será que los “argentinos somos mucho más derechos y humanos” de lo que creíamos.Moraleja: Hasta los espontáneos obsecuentes ya tienen miedo de abrir la boca y los mercenarios temen.
Consultar:
"Familiares y amigos de López rechazaron los dichos de Bonafini"
"Dura réplica a los dichos de Bonafini sobre el testigo López"
"Las coimas del oro y de IBM por la misma ruta"
"Una misma senda para dos fraudes"
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