octubre 13, 2006

Sanidad criminal

El Ministerio de Salud Pública en Argentina está a cargo de un médico sanitarista, especialista en números y estadísticas. Su gestión se limita a periódicas campañas afortunadamente todas fracasadas.
Está en pleno desarrollo una campaña de vacunación contra la rubéola para todas las mujeres entre 15 y 39 años.
El 9/10 por la noche, un noticiero a partir de sus propias fuentes, advertía la necesidad de que antes de vacunarse se consultara al médico, la razón era el riesgo a que se exponían las mujeres que se vacunasen estando embarazadas sin saberlo (preñez muy reciente, de días). Me sobresaltó la información porque la prevención necesariamente debe extenderse a impedir la concepción en los días o semanas siguientes. Advertencias sobre muy graves consecuencias, que ignora la publicidad oficial que convoca a la vacunación masiva.
Al día siguiente, una conocida página de información, publica una extensa nota con gravísimas revelaciones.(
www.seprim.com)
Oficialmente “mutis por el foro” La prensa siempre a la caza de sensacionalismos no se dio por enterada.
No me caben dudas que aparecerán las infaltables ONG y publicaciones seudo científicas a probar lo contrario. Por alguna “extraña” razón el sanitarista, en un país con tantos excelentes profesionales es intocable, haga lo que haga y diga lo que diga.
Como todas las masivas campañas que organiza, ésta viene de la mano de organismos internacionales. Los mismos que implementaron la esterilización de hombres y mujeres en la India y condicionan ayudas al África a cambio de reducción de la natalidad.
La pobreza se soluciona suprimiendo los pobres, al así como “que parezca un accidente”.
Basta ver el estado de la salud pública, la floreciente industria del medicamento falso al que llaman genérico y su nulo efecto sobre los pacientes, que afecta particularmente a los que dicen proteger, los de bajos ingresos, que no pueden acceder a marcas comerciales, con grave riesgo para la salud y la vida.
Vale para hacerse una idea de la preocupación y responsabilidad de un ministro que gestiona para los titulares y la estadística.
Esta página no es una publicación científica, quien tenga dudas, consulte la opinión y el consejo de los cientos de calificados profesionales que hay. Una sola reflexión, la vacuna como otras, incorpora virus vivos atenuados. La página oficial del ministerio alega que no hay pruebas de que afecte al embrión, oculta que la rubéola es una de las mayores responsable de los abortos espontáneos del primer trimestre, va de suyo que si el embrión es abortado espontáneamente, no puede figurar en ninguna estadística de recién nacidos con malformaciones. Sea porque la madre padeció una rubéola en las primeras semanas de la gestación o se vacunó.
El ministro tiene una obsesiva preocupación por provocar la muerte e impedir la vida, sus campañas se limitan al reparto gratuito de preservativos, anticonceptivos, abortivos del día después, medicamentos inocuos o directamente mortales, y una casi psicótica compulsión por legalizar el aborto y regalar forros como si fuesen caramelos.
Mientras tanto colapsa el sistema sanitario, público y privado, no existe control sobre la producción, distribución y venta de medicamentos de marcas registradas y mucho menos de ese engendro de los genéricos, con los que el Dr. La Muerte, protege la salud de los “pobres”.

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