“La calle tendrán que peleársela a sus propios mercenarios; carecen de poder. Es todo fantasía. Quien puede no precisa mentir…” definitivamente no me place haberlo previsto, pensado y escrito. Es más, se que no es una dosis de prueba, viene mucho más; ácido, amargo, indigesto. Si, mi amigo, se viene el tiempo. Ni tan siquiera es posible festejar la extinción de las alimañas, quedará tierra arrasada y hasta donde alcanza la vista, las arenas del desierto, y una multitud que deambulan sin norte ni sentido, por detrás de los ciegos, en enjaezadas monturas relucientes de entorchados, títulos y antecedentes, los grandes capitanes y sus banderas. Los demócratas, republicanos, socialistas y progresistas “serios”, los trabajadores del consenso, empresarios y gerentes exitosos y una nueva cría que está rompiendo el cascarón, los “profetas de la Unión Nacional en el silencio”. En verdad todos mariscales de la derrota, los que hace más de medio siglo, por acción u omisión han diseñado la estrategia de todos los fracasos, que permitieron que la canalla apátrida tomara por asalto nuestra tierra.
¿Hay que tener piedad y misericordia? Menuda prueba.
¿Sirve algún título o antecedente? Si, no tenerlo.
Tengo la profunda convicción y certeza que quienes hasta hoy hayan tenido la mínima presencia o figuración en lo social, político y económico, debieran recluirse de por vida en el silencio de sus casas. El renunciar a si mismos e incluso a legítimos intereses, es el mayor servicio que le pueden hacerse a la patria.
Las imágenes de hoy exceden el folklore peronistas, son la palmaria demostración que argentina está en guerra, que no existe autoridad ni gobierno, mandan las bestias, los que carecen de límites y aseguran su impunidad aportando sus mercenarios a los dueños del poder formal.
Discutir acerca si fue un pase de facturas, si este sindicato o el otro y olvidar el anticipo de los incidentes del Hospital Francés es simplemente, para decirlo en directo, chismes de putas de feria.
Hay un pavoroso vacío de autoridad.
Que Nuestra Señora de Luján no quite la mano de su tierra.
¿Hay que tener piedad y misericordia? Menuda prueba.
¿Sirve algún título o antecedente? Si, no tenerlo.
Tengo la profunda convicción y certeza que quienes hasta hoy hayan tenido la mínima presencia o figuración en lo social, político y económico, debieran recluirse de por vida en el silencio de sus casas. El renunciar a si mismos e incluso a legítimos intereses, es el mayor servicio que le pueden hacerse a la patria.
Las imágenes de hoy exceden el folklore peronistas, son la palmaria demostración que argentina está en guerra, que no existe autoridad ni gobierno, mandan las bestias, los que carecen de límites y aseguran su impunidad aportando sus mercenarios a los dueños del poder formal.
Discutir acerca si fue un pase de facturas, si este sindicato o el otro y olvidar el anticipo de los incidentes del Hospital Francés es simplemente, para decirlo en directo, chismes de putas de feria.
Hay un pavoroso vacío de autoridad.
Que Nuestra Señora de Luján no quite la mano de su tierra.
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