Coinciden en el fin de mes las elecciones en Brasil y en la provincia de Misiones.
En Brasil con octubre se van Lula o la oposición; en Argentina o tiembla la tiranía o temblamos los argentinos.
Los números de los expertos dictaminan el triunfo de Lula, esto ya pasó, y la derrota de la tiranía patagónica, cuyo categórico triunfo se anunciaba a comienzos de la campaña (60%) después de analizarlos no creo ni en unos ni en otros, no creo en números puestos y menos por las razones que se aducen.
Sobre Brasil, ya expuse mi opinión, Lula debiera estar muerto y enterrado, si no fuera por una oposición carente de envergadura política que se prendió con uñas y dientes de la corrupción como único argumento. A la hora de desconfiar puedo sospechar que tanta documentación fue expresamente filtrada a la prensa por la propia casa de gobierno, quizás un maquiavélico procedimiento para sacarse de encima “colaboradores molestos” y servirle a la oposición en bandeja de plata el inconsistente argumento de campaña.
Sobre Misiones, también expuse reiteradamente mi opinión y no me aparto un ápice de lo escrito, a todas luces parecen ser más importante las elecciones en Buenos Aires que en Posadas, el país y particularmente los misioneros miran azorados tanto ruido y tan pocas nueces, no me caso con los defensores de la República, y los fariseos de la democracia.
La explicación es que una derrota del oficialismo es la voz de: ¡ahura! Para definir candidaturas y lanzarse a la campaña. Todos los políticos expectantes de un resultado en el que no tuvieron arte ni parte.
Tengo en claro que si gana el gobierno, las dosificadas represalias serán durísimas con los que osaron enfrentarlo; si gana la oposición se extenderá por el país una marea roja envenenada de ambiciones personales y mentirosas invocaciones.
La verdadera cuestión, como lo he planteado en artículos anteriores no termina con el resultado. No se elijen representantes ni autoridades, solo convencionales que meterán mano en la ley fundamental.
Ni el gobierno ni la oposición han asumido públicamente el compromiso de limitarse al motivo de la convocatoria y disolverse de inmediato, es instantáneo, se vota y se van, para no tentar a los ingenuos demagogos a meter la pezuña donde no deben. Parece obvio y elemental, pero todos sabemos que en estas cuestiones legales hay media biblioteca a favor y otra media en contra; también recordamos aquella “victoria a lo Pirro” y sobre todo quien tiene, hoy por hoy, el control de la calle a través de mercenarios oficiales y “activistas autónomos” es conocida la sensibilidad de funcionarios y representantes al “clamor y la presión de la opinión pública movilizada” y un notero con cámara incluida. En esta sociedad nadie se levanta de una pública declaración que contravenga “ justos reclamos indígenas”.
¡Señores! Pueda estar en juego la última porción de República que queda, que es mucho más que una reelección indefinida; Derechos territoriales, fueros especiales, privilegios de sangre. Dios los ilumine.
De una manera u otra el escandaloso fraude ya está armado y solo lo puede dar vuelta un aluvión de votos que supere las propias previsiones de la dictadura.
Tienen todos los recursos y la impunidad del poder, junto a la incapacidad de su mediocridad intelectual. Una imprevisible combinación.
Hay terror, no termina en simple derrota se viene la restauración del “juicio de residencia” ¡Que Dios nos asista! Y que por una vez sea realidad: vox populi, Vox Dei.
En Brasil con octubre se van Lula o la oposición; en Argentina o tiembla la tiranía o temblamos los argentinos.
Los números de los expertos dictaminan el triunfo de Lula, esto ya pasó, y la derrota de la tiranía patagónica, cuyo categórico triunfo se anunciaba a comienzos de la campaña (60%) después de analizarlos no creo ni en unos ni en otros, no creo en números puestos y menos por las razones que se aducen.
Sobre Brasil, ya expuse mi opinión, Lula debiera estar muerto y enterrado, si no fuera por una oposición carente de envergadura política que se prendió con uñas y dientes de la corrupción como único argumento. A la hora de desconfiar puedo sospechar que tanta documentación fue expresamente filtrada a la prensa por la propia casa de gobierno, quizás un maquiavélico procedimiento para sacarse de encima “colaboradores molestos” y servirle a la oposición en bandeja de plata el inconsistente argumento de campaña.
Sobre Misiones, también expuse reiteradamente mi opinión y no me aparto un ápice de lo escrito, a todas luces parecen ser más importante las elecciones en Buenos Aires que en Posadas, el país y particularmente los misioneros miran azorados tanto ruido y tan pocas nueces, no me caso con los defensores de la República, y los fariseos de la democracia.
La explicación es que una derrota del oficialismo es la voz de: ¡ahura! Para definir candidaturas y lanzarse a la campaña. Todos los políticos expectantes de un resultado en el que no tuvieron arte ni parte.
Tengo en claro que si gana el gobierno, las dosificadas represalias serán durísimas con los que osaron enfrentarlo; si gana la oposición se extenderá por el país una marea roja envenenada de ambiciones personales y mentirosas invocaciones.
La verdadera cuestión, como lo he planteado en artículos anteriores no termina con el resultado. No se elijen representantes ni autoridades, solo convencionales que meterán mano en la ley fundamental.
Ni el gobierno ni la oposición han asumido públicamente el compromiso de limitarse al motivo de la convocatoria y disolverse de inmediato, es instantáneo, se vota y se van, para no tentar a los ingenuos demagogos a meter la pezuña donde no deben. Parece obvio y elemental, pero todos sabemos que en estas cuestiones legales hay media biblioteca a favor y otra media en contra; también recordamos aquella “victoria a lo Pirro” y sobre todo quien tiene, hoy por hoy, el control de la calle a través de mercenarios oficiales y “activistas autónomos” es conocida la sensibilidad de funcionarios y representantes al “clamor y la presión de la opinión pública movilizada” y un notero con cámara incluida. En esta sociedad nadie se levanta de una pública declaración que contravenga “ justos reclamos indígenas”.
¡Señores! Pueda estar en juego la última porción de República que queda, que es mucho más que una reelección indefinida; Derechos territoriales, fueros especiales, privilegios de sangre. Dios los ilumine.
De una manera u otra el escandaloso fraude ya está armado y solo lo puede dar vuelta un aluvión de votos que supere las propias previsiones de la dictadura.
Tienen todos los recursos y la impunidad del poder, junto a la incapacidad de su mediocridad intelectual. Una imprevisible combinación.
Hay terror, no termina en simple derrota se viene la restauración del “juicio de residencia” ¡Que Dios nos asista! Y que por una vez sea realidad: vox populi, Vox Dei.
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