Ayer, hoy y mañana; noche y día; verano, otoño, invierno y primavera; horas para dormir y horas para trabajar; épocas de siembra y de cosecha; un tiempo para aprender y otro para hacer; un tiempo para jugar y otro para realizar, es estúpida esa utopía de la juventud eterna. Nada más patético y desubicado que un adulto presumiendo de adolescente o las poses de nena histérica en quien presume de estadista. Todos reconocen que esto es así y parece que nadie lo acepta, ¡Que aburrido, siempre lo mismo! No me ha pasado en toda mi vida que un día sea igual a otro, supongo que si lo fueran era porque estaba muerto.
Ayer trataba la prevención y me quedó mucha salsa en el plato, que siempre es lo más rico, por eso será que se dice “ensalzar” casi como sinónimo de alabar, lástima que la nueva moda culinaria de los que “emplatan” y abolieron las salseras, hayan relegado la verdadera sustancia de la cocina a los trastos viejos.
Volviendo a la cuestión, me picó la tendencia actual a subvertir el orden de los tiempos. Prevenir sin entrar en etimologías académicas, debe ser pariente de preparar. Lo entiendo como lo que esta antes de lo que viene, nadie previene ni prepara después que casualmente es lo que hoy se hace.
En Europa ya a nadie le interesa el tema, terminó el verano y los incendios. Precisamente es el tiempo de prevenir lo que posiblemente vendrá el año que viene, a la luz y con la experiencia de lo que pasó.
En esta tierra, el año ya está perdido. Si viene todos clamarán ¡Justicia! ¡Justicia!, a buscar un culpable y condenarlo, cuando termine el circo ya no habrá tiempo de prevenir y así el ciclo se repite año tras año.
Hay un tiempo y un orden natural para cada cosa, el precio de alterarlo se paga muy caro y está a la vista.
Como ocurre en todos los órdenes se actúa para los titulares de la prensa ante el hecho consumado. La costumbre de ideologizar y politizar todo es la frutilla del postre.
Es un hecho fácilmente comprobable que donde entran la política y las ideologías, la verdad se escapa por la ventana. Ocurre igualmente con las catástrofes naturales y provocadas.¿Por qué? No parece la pregunta adecuada sino ¿Quién lo hizo? Tiene su lógica, un culpable siempre le lava las manos al responsable de no preveer (en castellano crudo: irresponsable). Así vamos de tumbo en tumbo, en un mundo que cada día se achica y se amontona haciendo todo mucho más grave. La verdadera solución es de elemental sentido común, cada cosa a su tiempo y un tiempo para cada cosa. Está al alcance de cualquiera y por eso no se hace. Se crea un “gabinete de crisis” se convocan “comisiones multidisciplinarias”, se consulta a especialistas etc, cuando la verdad es que se trata de subterfugios para crear una partida presupuestaria y tener muchos culpables si algo falla, es bien sabido que la multitud diluye las responsabilidades individuales. La manada es anónima.
Ayer trataba la prevención y me quedó mucha salsa en el plato, que siempre es lo más rico, por eso será que se dice “ensalzar” casi como sinónimo de alabar, lástima que la nueva moda culinaria de los que “emplatan” y abolieron las salseras, hayan relegado la verdadera sustancia de la cocina a los trastos viejos.
Volviendo a la cuestión, me picó la tendencia actual a subvertir el orden de los tiempos. Prevenir sin entrar en etimologías académicas, debe ser pariente de preparar. Lo entiendo como lo que esta antes de lo que viene, nadie previene ni prepara después que casualmente es lo que hoy se hace.
En Europa ya a nadie le interesa el tema, terminó el verano y los incendios. Precisamente es el tiempo de prevenir lo que posiblemente vendrá el año que viene, a la luz y con la experiencia de lo que pasó.
En esta tierra, el año ya está perdido. Si viene todos clamarán ¡Justicia! ¡Justicia!, a buscar un culpable y condenarlo, cuando termine el circo ya no habrá tiempo de prevenir y así el ciclo se repite año tras año.
Hay un tiempo y un orden natural para cada cosa, el precio de alterarlo se paga muy caro y está a la vista.
Como ocurre en todos los órdenes se actúa para los titulares de la prensa ante el hecho consumado. La costumbre de ideologizar y politizar todo es la frutilla del postre.
Es un hecho fácilmente comprobable que donde entran la política y las ideologías, la verdad se escapa por la ventana. Ocurre igualmente con las catástrofes naturales y provocadas.¿Por qué? No parece la pregunta adecuada sino ¿Quién lo hizo? Tiene su lógica, un culpable siempre le lava las manos al responsable de no preveer (en castellano crudo: irresponsable). Así vamos de tumbo en tumbo, en un mundo que cada día se achica y se amontona haciendo todo mucho más grave. La verdadera solución es de elemental sentido común, cada cosa a su tiempo y un tiempo para cada cosa. Está al alcance de cualquiera y por eso no se hace. Se crea un “gabinete de crisis” se convocan “comisiones multidisciplinarias”, se consulta a especialistas etc, cuando la verdad es que se trata de subterfugios para crear una partida presupuestaria y tener muchos culpables si algo falla, es bien sabido que la multitud diluye las responsabilidades individuales. La manada es anónima.
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