octubre 10, 2006

Iglesia vs. Gobierno. Un cóctel de ingenuidad, desinformación y mentira

Se instala cada día con mayor fuerza un supuesto conflicto entre la Iglesia Católica y el Gobierno por cuestiones políticas.
La verdad es otra, el Gobierno desde su origen a atacado sistemáticamente la doctrina, la moral y los principios católicos del pueblo argentino. Operación que cuenta con el apoyo de los conocidos medios oficiales, los espontáneos trepadores y hasta presuntos informados analistas que “supuestamente” no comulgan con el régimen.
Sistemáticamente desde el poder se agredió a la Iglesia y al pensamiento de la inmensa mayoría del pueblo argentino, que podrá ser más o menos practicante pero mantiene una escala de valores éticos y morales propios de la cristiandad, con proyectos, iniciativas y leyes que vulnera esos principios.
Desde todos los ángulos se montaron operaciones de prensa contra sacerdotes, obispos, colegios e instituciones.
La aparición pública del Obispo de Iguazú, oponiéndose al proyecto de reelección indefinida del gobernador de Misiones, al estilo del que el gobernante sancionó para su personal beneficio en Santa Cruz y ahora apoya en Misiones, parece ser el argumento para desplazar el eje de la cuestión de lo que es fe, moral y costumbres, principios que son la esencia de la actividad del sacerdocio, a una secundaria cuestión política.
Para hacer más evidente la mentirosa operación, los mismos que endilgaron a la jerarquía católica su silencio ante los gobiernos militares, hoy se escandalizan por que se levante la voz frente a una tiranía hegemónica y autoritaria como no se ha conocido en el país.
Se ha instalado la cultura del odio perpetuo por supuestos delitos que no prescriben, se han atacado sin piedad todos los principios morales en los que se apoyo el pensamiento cristiano en todo el mundo, se ha llevado la corrupción y la impunidad a extremos impensados, y se violan sistemáticamente todos los principios jurídicos. La lista es interminable. Toda va directamente al corazón de la Iglesia y de nuestra fe. Periodistas, conductores, animadores, productores y propietarios de medios, todos con generosa patente de corso para destruir lo que huela a cristianismo y a orden natural, con tal descaro que públicamente se afirmó el domingo por la noche que sólo son bombas de humo para sacar la atención de graves problemas sin solución. Para Francisco Narváez, autoproclamado candidato a gobernador de Bs. As. no es un grave problema la destrucción moral del país, su canal de TV America 2, allana el camino y demuele diariamente toda resistencia a la peor de las barbaries que se hayan conocido.
Se difunden cientos de “noticias” para instalar una supuesta feroz interna dentro de la jerarquía católica, repitiéndose como verdad absoluta; “un sector de la Iglesia” con lo que se da por hecho una iglesia dividida que es el objetivo inmediato para enfrentarla consigo misma y aplastarla.
Basta recordar la confusión y desinformación que instalaron todos los medios y sus lenguaraces con motivo de la enfermedad de Juan Pablo II, su muerte, el cónclave y la elección del nuevo pontífice como si fuese una salvaje interna partidaria. Se llegó a instalara como reclamo de “la opinión pública”, que medidas y reformas debía hacer el nuevo pontífice para que la Iglesia no siguiera perdiendo fieles y se convirtiese en minoritaria. Recientemente un comunicador autodefinido como católico, calificó la actitud de Benedicto XVI en su exposición en Ratisbona, “al menos como imprudente”, pavada de soberbia. Es prudente recordar cada tanto, quien es quien.
Como en todos los órdenes en esta hora es una cuestión capital, levantar sin pudor ni prudencia la verdad que para los católicos se llama Doctrina.
Que la Iglesia y los católicos o cristianos, auto denominación “light” para decir que se identifican con algo que les es ajeno, hace mucho tiempo que estamos penetrados en mayor o menor medida por ideologías condenadas como intrínsecamente perversas, que no pudieron doblegar la fe de Europa oriental con el enfrentamiento directo y han penetrado profundamente en el pensamiento occidental por la corrupción de la palabra y las modernas filosofías de vida.
Quede claro que la Iglesia Católica esta compuesta por hombres, los hay buenos malos y peor que malísimos y eso no toca, ni roza siquiera, la autoridad del Magisterio o la Verdad de la Doctrina
El grado de confusión en las ideas es de tal magnitud que hasta provoca dudas sobre si son más peligrosos los “amigos” que los adversarios.
Quizás termine en escándalo, por lo que creo que es prudente fortalecerse en los principios inamovibles para no ser arrastrados por la marea.

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