Por María Zaldivar (*)
Un dictador de la peor calaña que intenta ser el continuador de la acción disociadora de Fidel Castro en la región; un aborigen al frente de una nación sin capacidades propias ni adquiridas para gobernar; un militante del partido obrero semi-analfabeto arrimando por ósmosis al complejo mundo de las decisiones estratégicas, un dictadorzuelo con aires de primer mundo y mañas del tercero y una pareja de activistas con sed de venganza y más sangre de piratas que de estadistas. La descripción le hace honor al panorama actual de la América hispana de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y el matrimonio Kirchner, un lote de gobernantes cuyos relojes atrasan varias décadas.
Un país rico en petróleo como Venezuela padece una profunda crisis energética que hasta dejó en ridículo al propio Chávez al cortarse la luz mientras transmitía una de sus interminables alocuciones televisivas. No le va a la saga la Argentina, un país agropecuario por excelencia, que después de ser apodado “el granero del mundo” por la extrema riqueza de su suelo está próximo a importar carne y trigo. En Bolivia casi como una constante regional, se alimenta el enfrentamiento interno como táctica de conducción política mientras se cercenan las libertades individuales y se acalla a los opositores y a la prensa libre. Todo esto ocurre en simultáneo con el cobijo y soporte que brinda Ecuador a la narco-guerrilla colombiana a vista y con la complacencia del vecindario.
En ese contexto el argentino Néstor Kirchner fue elegido presidente de UNASUR por unanimidad. Después de un mandato presidencial nadie puede aducir desconocimiento de sus modales poco protocolares, sus destratos y su desprecio por el diálogo por lo que encomendarle una tarea diplomática fue, en esencia, un contrasentido que padecerán en carne propia. El componente ideológico y su profunda simpatía hacia la dictadura chavista tampoco le resultará gratis a la región.
El Foro de San Pablo, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en 1990, nuclea partidos y grupos de izquierda latinoamericanos. De acuerdo con sus fundadores, el Foro fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda para debatir sobre el “escenario internacional después de la caída del Muro de contención antifascista y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe”. En la próxima semana Buenos Aires será sede y anfitriona del encuentro anual de sus miembros, quienes comparten bastante más que una añoranza inadmisible de aquel inhumano Muro de Berlín.
Estos cuatro jinetes latinoamericanos beben de pocos manantiales filosóficos de modo que no es difícil entenderlos. Todos proponen una política soberana y de integración regional “bolivariana”, también conocida como el “Socialismo del Siglo XXI”, puesta en marcha por Chávez en Venezuela y sustentada teóricamente por el alemán Heinz Dieterich, sociólogo de antigua solidaridad con la revolución cubana y actual asesor gubernamental del gobierno de Venezuela. La Aldea Global, obra que escribió junto a Noam Chomsky, es una crítica feroz del sistema capitalista. Recientemente Heinz Dieterich ha declarado que la revolución cubana está sufriendo una derrota histórica por la liberación de los presos contrarrevolucionarios enviados a España y la mediación de la Iglesia Católica, entendiendo esos gestos como una debilidad inadmisible del régimen.
Pero Dieterich no es la única fuente inspiradora en la región. Ernesto Laclau y su mujer, ambos piedra fundacional del posmarxismo son, con Hegel, la debilidad filosófica de Cristina Kirchner. Para Laclau es imposible una sociedad sin antagonismos. Seguramente no debe haber soñado este argentino algo “demodée” encontrar quien plasmara con tanto éxito su particular hipótesis.
Cabe en esta instancia el recuerdo de Thomas Jefferson cuando dijo “Un despotismo electo no fue el gobierno por el que luchamos” y estaban frente a una situación significativamente menos comprometida que la que transita hoy esta parte del globo.
Así las cosas, alrededor del bicentenario de varios países de la región, Latinoamérica recorre una peligrosa senda que tiene mucho más de socialismo que de siglo XXI
(*) María Zaldivar
• Licenciada en Ciencias Políticas (UCA)
• Conductora de "Plan de LLuvia" de L a V a las 19.30 FM Identidad, 92.1
• Profesora de Ciencias Políticas (UCES y UCA)
• “Premio a la Valiente Defensa de la Libertad” (Fundación Atlas - 2006)
Un país rico en petróleo como Venezuela padece una profunda crisis energética que hasta dejó en ridículo al propio Chávez al cortarse la luz mientras transmitía una de sus interminables alocuciones televisivas. No le va a la saga la Argentina, un país agropecuario por excelencia, que después de ser apodado “el granero del mundo” por la extrema riqueza de su suelo está próximo a importar carne y trigo. En Bolivia casi como una constante regional, se alimenta el enfrentamiento interno como táctica de conducción política mientras se cercenan las libertades individuales y se acalla a los opositores y a la prensa libre. Todo esto ocurre en simultáneo con el cobijo y soporte que brinda Ecuador a la narco-guerrilla colombiana a vista y con la complacencia del vecindario.
En ese contexto el argentino Néstor Kirchner fue elegido presidente de UNASUR por unanimidad. Después de un mandato presidencial nadie puede aducir desconocimiento de sus modales poco protocolares, sus destratos y su desprecio por el diálogo por lo que encomendarle una tarea diplomática fue, en esencia, un contrasentido que padecerán en carne propia. El componente ideológico y su profunda simpatía hacia la dictadura chavista tampoco le resultará gratis a la región.
El Foro de San Pablo, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en 1990, nuclea partidos y grupos de izquierda latinoamericanos. De acuerdo con sus fundadores, el Foro fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda para debatir sobre el “escenario internacional después de la caída del Muro de contención antifascista y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe”. En la próxima semana Buenos Aires será sede y anfitriona del encuentro anual de sus miembros, quienes comparten bastante más que una añoranza inadmisible de aquel inhumano Muro de Berlín.
Estos cuatro jinetes latinoamericanos beben de pocos manantiales filosóficos de modo que no es difícil entenderlos. Todos proponen una política soberana y de integración regional “bolivariana”, también conocida como el “Socialismo del Siglo XXI”, puesta en marcha por Chávez en Venezuela y sustentada teóricamente por el alemán Heinz Dieterich, sociólogo de antigua solidaridad con la revolución cubana y actual asesor gubernamental del gobierno de Venezuela. La Aldea Global, obra que escribió junto a Noam Chomsky, es una crítica feroz del sistema capitalista. Recientemente Heinz Dieterich ha declarado que la revolución cubana está sufriendo una derrota histórica por la liberación de los presos contrarrevolucionarios enviados a España y la mediación de la Iglesia Católica, entendiendo esos gestos como una debilidad inadmisible del régimen.
Pero Dieterich no es la única fuente inspiradora en la región. Ernesto Laclau y su mujer, ambos piedra fundacional del posmarxismo son, con Hegel, la debilidad filosófica de Cristina Kirchner. Para Laclau es imposible una sociedad sin antagonismos. Seguramente no debe haber soñado este argentino algo “demodée” encontrar quien plasmara con tanto éxito su particular hipótesis.
Cabe en esta instancia el recuerdo de Thomas Jefferson cuando dijo “Un despotismo electo no fue el gobierno por el que luchamos” y estaban frente a una situación significativamente menos comprometida que la que transita hoy esta parte del globo.
Así las cosas, alrededor del bicentenario de varios países de la región, Latinoamérica recorre una peligrosa senda que tiene mucho más de socialismo que de siglo XXI
(*) María Zaldivar
• Licenciada en Ciencias Políticas (UCA)
• Conductora de "Plan de LLuvia" de L a V a las 19.30 FM Identidad, 92.1
• Profesora de Ciencias Políticas (UCES y UCA)
• “Premio a la Valiente Defensa de la Libertad” (Fundación Atlas - 2006)
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