Tratar la política Colombiana es como hacerlo con la libanesa, palestina o balcánica. No hay política por los medios tradicionales, usan otros, la guerra permanente entre facciones que mutan y se reciclan. En general el estilo iberoamericano.
Es razón más que suficiente para mirar sin meterse en camisa de once varas.
La buena gente de Colombia que pone la sangre y paga la fiesta, está al margen.
La buena gente de Colombia que pone la sangre y paga la fiesta, está al margen.
Por alguna razón que no he profundizado, el proceso evolutivo natural de las sociedades políticas: familia, clan, tribu, y nación en algunas partes del mundo se detiene; otro simil con la biología.
Una columna que no suelda, un miembro que falta y el resultado será un monstruo nonato o un defecto compatible con la vida que nunca se resolverá o los años lo reduciran a una mínima expresión.
Hoy domingo hay elecciones y está revuelto el avispero. Juan Manuel Santos, ex ministro de defensa, candidato oficialista y un ex alcalde de Bogotá, matemático y filósofo ecologista.
De Santos no se nada, que no sea las interesadas versiones de las FARC y Venezuela; del otro tampoco, salvo la opinión personal que un filósofo matemático verde no parece el perfil adecuado a un país en guerra contra si mismo y amenazado en todas sus fronteras.
He visto un artículo que me muestra un personaje que hay que conocer por si las moscas y cada uno saque sus conclusiones, yo argentino.
Con semejante primera figura a este teatro no entro, me voy al bar de la esquina a tomar un buen café colombiano, dejar correr el tiempo y que levante la niebla, veremos que pasa ;dicen que hay una segunda vuelta casi obligada y con ella la consiguiente campaña sucia. El secreto de las democracias electorales es ganar a cualquier precio.
Le presento a Antanas Mockus
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