noviembre 24, 2009

LA INSEGURIDAD CRECE A LA SOMBRA DE LOS SEGUROS

¿Máxima seguridad para los de adentro o los de afuera?
Los delincuentes entran y salen por la puerta

En realidad me falló la capacidad de síntesis para titular, léase seguros, vigiladores, cuidadores, garantistas, derecho humanistas y toda la panda de defensores y protectores de algo.
Es solo otra ángulo del tema, el que por paradójico muchas veces se ignora.
Es una cuestión muy amplia y compleja, incluye desde los atuneros de España, gente que entra y sale sin registrarse por las fronteras o la casa de gobierno a la seguridad industrial, accidentes de trabajo, delincuencia callejera, robos de autos, muertes, desarmaderos y aquellos piratas del asfalto, momentáneamente retirados a cuarteles de invierno por razones económicas, mucha logística y poca reventa.
No es una mafia es un negocio perverso que alimenta múltiples mafias.
No hablo por boca de ganso, soy medico clínico, legista, laboral, auditor médico, especialista en higiene y seguridad industrial, he sido por años médico y asesor de seguros, coordinador de una de las 22 comisiones médicas de las AFJP y ART, perito médico oficial de la justicia de Misiones y de la Justicia Federal y en mayor medida que lo que dicen títulos y certificados que no son garantía de nada, un curioso observador congénito. El agua en la que nade los últimos treinta años.

¡A los bifes! Como es habitual la figura ilustrativa que rompe el hielo.
Quien paga un seguro o un vigilador es porque teme perder un bien; si no hay destructores, ni ladrones impunes o prófugos y hay policía y justicia eficiente no tiene sentido pagar por lo que no va a ocurrir y si ocurriese se recupera.

Si no se caen andamios o una sierra corta dedos o manos por falta de protección, ¿porque aumentar el costo laboral contratando un seguro? Se paga la asistencia médica cuando ocurre y aquí entra la otra pata del perverso negocio.

El temor a la inseguridad marcha primero, es solo sensación ambiente, la sigue el siniestro que es inseguridad y daño real. Si falta un elemento la ecuación no funciona.
Me lo demostró un veterano y muy bicho productor de seguros hace años, cuando le propuse un plan para una empresa, que redujera la siniestralidad a valores mínimos. Doctor me dijo sonriente, con el aire sobrador del pícaro experto que está de vuelta de todo; esto no funciona así, en seguros si no hay siniestros matamos la gallina de los huevos de oro.

El cliente debe vivir alambrando ante un posible desastre y hay que tener la respuesta en la punta de la lengua para demostrarle que gracias al seguro el problema ahora es nuestro, el único suyo es tener los pagos al día y renovar las pólizas con tiempo. Entre mate y mate siempre hay lugar para dejar caer una historia, matizada con humor, que le quitará el sueño y lo hará rezar por nosotros que somos tan buena gente, en el fondo sabemos que nos odia cada vez que paga la cuota de la póliza, pero allá estamos para mostrarle el presupuesto inflado de reparación del último choque de la camioneta de la empresa.
Dije que el sistema es perverso, y me quedé corto, en nuestro país la perversidad alcanza niveles de privilegio, no se dice ni se menciona, pero todos lo saben. Nadie puede vender lo que no se precisa. ¿Se le va viendo la pata a la sota?
Sin piratas no hay seguridad privada embarcada ni seguros y reaseguros que se hagan cargo de pérdidas, negociaciones y rescates.
A tal punto esto es cierto que se ha comenzado a promocionar para funcionarios públicos, un seguro contra denuncias judiciales algo así como mala praxis por coimas y negocios ilícitos, un seguro exitoso en Europa y que impúdica y graciosamente en el gobierno lo han bautizado: seguro contra Monner Sanz.
Sin gobernantes, políticos, jueces, fiscales y abogados corruptos no hay robo de autos, muertos, desarmaderos y una larga cadena de revendedores. La delincuencia es menor, de poca monta y alto riesgo.

Pasemos a la otra pata del sistema:
En nuestra argentina es el gobierno el que fija el valor de la asistencia médica para todo el sistema de la seguridad social, en la práctica para toda la actividad.
El sistema era simple, un Nomenclador Nacional que asigna a cada acto médico un valor en galenos, sean consultas, curaciones, operaciones, ECG, radiografías, análisis, etc.

Existían dos galenos, uno irrisorio para las obras sociales sindicales y oficiales, el que paga el gobierno y sus socios gremialistas y otro para compañías de seguro 100 % mayor; el quid pro quo para que empresas médicas y profesionales se bajen los pantalones.

Recuerdo un índice cuando llegué a Misiones allá por el 80, se consideraba que los aranceles eran aceptables cuando el valor de una consulta por obra social común al día de cobro era equivalente a un kilo de queso cáscara colorada, ingenio criollo para no perderse en la neblina de los precios relativos y la inflación .

La práctica estableció que el arancel de particulares era el galeno de infantería x 2; aparecieron las prepagas con galenos diferenciales buscando mayor calidad asistencial para sus afiliados y el arancel particular se asimiló a la mejor de estas, con redondeo incluido, según la cara. No es lo mismo un Juan Pérez que accidentalmente embistió un ciclista y lo lleva a su cargo a un sanatorio que un Francisco Narváez, con el mismo problema.

Cuando el pequeño empresario ve los números de una asistencia médica, se olvida del costo del seguro, no duda un instante en contratarlo, si vacila hay un as en la manga del productor, en voz confidencialmente baja le susurra; hay otro costo mayor que afrontar, de magnitud imprevisible, el periodo de licencia médica y una presunta incapacidad, juicio y honorarios; esto se puede arreglar con Sanatorios, certificados médicos y buenos abogados que nos hacen una atención, les damos trabajo todos los días, estarán muy agradecidos por los jugosos honorarios cobrados.

Hasta hace unos años el muerto lo levantaba el Instituto Nacional de Reaseguros, si sabrá de esto el bueno de Alberto Fernández, TEXTUAL. Jamás hay pruebas, Todo queda dentro de la familia (corporaciones) Las fiscalias generales de provincias y oficinas anticorrupción están en manos de los mayores delincuentes.
Hay otras aseguradoras con cobertura de estudios jurídicos, encargadas de asegurar delincuentes con una amplia gama de productos, desde el elemental para cubrir la libertad provisoria y el proceso, que se paga en cuotas con la changa diaria, al total “Premium” Saber donde van a operar, proveer armas alquiladas y hacer desaparecer las usadas y negociar zonas liberadas, reciben al instante el aviso si hubo un accidente y esta detenido o herido el cliente Tienen en sintonía permanente la radio policial y la de los servicios de emergencia. Son los primeros en llegar para acomodar el lugar del hecho, asegurar testigos y hacer circular las primeras versiones y falsas pistas. Siempre es atención personalizada y “on line”
Un gran negocio que relaciona gobernantes, legisladores, a la justicia, abogados delincuentes, empresas de seguros y mega reaseguradoras internacionales con pibes chorros, narcos y descerebrados. Es la explicación que esto no se resuelve, ni sirven delirantes propuestas sobre educación, resocialización, inclusión y otras sandeces que vomitan diariamente improvisados especialistas. El que sabe no puede hablar dar nombres y pruebas porque sabe que en ello le va la vida y la de su familia. No solo son millones que se mueven, sino es la red de vinculaciones pesadas que ante una emergencia abre o cierra definitivamente muchas puertas a condición de no sacar los pies del plato; un plus nada despreciable para gente que vive al filo de la navaja.

Esto que es real y cierto va siendo parte del pasado, banditas y cuentapropistas del delito están siendo superados por organizaciones integradas con cabezas del narco trafico y la narco guerrilla, el estado larval de las maras según enseña con solvencia Laura Etcharren*. Aquí los seguros privados no sirven, son autogestionarias: Finanzas, legales, inteligencia, logística y operaciones son parte de la organización. Las pólizas tienen forma de plomos o acero. La sagrada ley de la “omertá”

Como éramos pocos, con el fútbol el estado compró las barras bravas, ya no hay presupuesto para mantener violentos, el fútbol paga y todos les pagamos al fútbol. Socialismo autogestionario se lo llamaba; entradas, reventas, viajes y buenos servicios adicionales, cuando la mano de obra está ociosa; vamos subiendo de la villa al barrio, buenos chicos, solo va a la cancha, hijos de madre decían antes, hoy con el cerebro limado. Cada día media vuelta de tuerca no se siente que apreta.

*Laura ETCHARREN:
El club de los parciales

Pepe NOUGUÉS: Animales sueltos

No hay comentarios: