Después de hacer fierros y aparatos en el nuevo gimnasio que instalo junto a su despacho, el ministro de economía, se calzó la camiseta y salió a la cancha con algunos consejos que le dieron sus allegados.
Olvidó un detalle, en rugby vale ganar yardas, un “kick” y adelante o afuera para acercarse, siempre que detrás de el haya un equipo para armar un pack empujar y ganar otros metros, un buen medio scrum y una línea de forwards mixta, un “panzer” que abre camino y un F 22 Raptor que vuela y se filtra por cualquier agujero. Una corrida y plantar la guinda bajo la H. Si falta el equipo patear la pelota adelante carece de sentido y hasta puede ser suicida.
Para jugar rugby hacen falta otros catorce, con solo el DT no alcanza. El resultado estaba cantado 70 a 0. Tan contento salió de la cancha creído que había ganado dos meses con sus inspirados kick que ni se enteró de la paliza.
Lo bueno es que sin tiempo para hacer daño se gastó el poco oxígeno que tenía.
Universidades, expertos, académicos y consejos asesores para hacer eficiente y creíble lo que siempre anduvo muy bien solo.
El razonamiento típico de los improvisados ignorantes, bien condimentado con el cinismo oficial: si con un idiota de carrera no funciona, hay que nombrar varios.
Estamos en el buen camino, se manean solos, esperemos que no aparezcan voluntarios para sostenerlos.
Me afirmo en la opinión: lo mínimo: provocarlos, un codazo en las costillas, una zancadilla, o a lo Bilardo un alfilerazo y dejarlos, sin dejarse arrastrar a discusiones y manoseos; solitos se encargan de freírse.
Fracaso el diálogo con sordos, entonces se abre otra etapa la política por otros medios, es decir guerra. Que no es juego.
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