mayo 26, 2009

UNA BUENA SEÑAL EN UNA MALA HORA



Ayer fue 25 de Mayo, el día no fue titulo ni nota de primera plana de ningún medio gráfico ni digital.

Las autoridades de uno y otro color lo bastardearon como se ha hecho habitual; en síntesis, la celebración se refugió en las casas, allí dónde nace, vive, ríe y sufre la Patria.
El Circo de los modernos gladiadores del fútbol o el tenis, la gripe porcina, las estatizaciones, los atropellos de un juez electoral o las declaraciones de un ministro perverso moral, fueron el desvelo de periodistas y la “prensa libre” que cada día da un nuevo paso hacia su suicidio.

Es una muy buena señal. En lo personal me confirma una imagen cientos de veces repetida: Atila, el azote de Dios. No se encuentra solución porque no ha terminado su trabajo de demoler todo lo que está pervertido y no teníamos conciencia de cuanto era, a fuerza de convivir con ello.

Para hacer el trabajo sucio de limpiar la tierra fueron creados los carroñeros y gusanos; agradezcamos que no tengamos que hacerlo, simplemente démosle tiempo. Hace milenios lo escribió Plutarco y sigue siendo cierto:
“No cabe duda, en efecto, que la Divinidad utiliza ciertos hombres con el fin de castigar la maldad de otros y hace de ellos en cierto modo unos carniceros, antes de aniquilarlos”.
Se que me cuesta y nos cuesta aceptar que solo somos herramienta y no los artistas. Entiendo que allí está el secreto de nuestra vapuleada idea de libertad. Estar afilados y listos en cada momento y lugar para que el supremo artista realice la obra.
Las únicas construcciones humanas que superaron un milenio fueron mausoleos, o recintos de dioses. Los hombres seguimos tan desnudos, indefensos y primitivos como desde siempre; después de haber agotado nuestro primitivo ingenio en diseñar y construir sociedades y modelos perfectos, al punto que periódicamente los repetimos. Siempre con la soberbia pretension de "para siempre"
Los bárbaros nuevamente se han asentado en la casa, unos exhibiendo la tiara y otros aspirando a reemplazarlos. los que les abrieron las puertas, hoy se rasjan vestiduras cual si fueran las únicas víctimas.
¿Hace falta más? Está claramente a la vista. Invocando la "libertad de prensa" la sagrada libertad del mercado o la propiedad privada que atropellaron cuantas veces pudieron de la mano de otros césares, con leyes y decretos en la mano, todo legal.

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