Desde las usinas oficiales se distribuye e instala la idea que muchos medios ¿ingenuamente? levantan, que en el gobierno hay halcones y palomas e incluso se identifica a unos y otros.
Asi parece que Mazza, el que regaló los fondos de los jubilados de la Ansés y los de las AFJP, es una mansa paloma al igual que su colega Randazzo, el que acusó juró y perjuró que eran productores los responsables de incendios de campos.
Por el contrario Moreno y Echegaray son los halcones que personifican el mal y cargan todas las culpas, el viejo juego del malo y el bueno.
Hasta el Alberto Fernández coresponsable de todas las tropelías parece haberse bañado en agua bendita en Europa y ha vuelto añorado como el único interlocutor serio. Una paloma con la rama de olivo incluida.
Al Aníbal Fernández, un tigre al que no le entra una sola mancha más, lo mantienen escondido, con bozal y cadena corta, porque está haciendo equilibrio sin red en la cuerda floja. Entre aparecidos y desaparecidos, crímenes mafiosos, inseguridad, droga y justicia, una mosca lo voltea.
Se destiñó el héroe Cobos y se lo repone con un nuevo paladín, el Lole Reutemann que pasó seis años sin abrir la boca, consintiendo y votando todos los atropellos. Con los años se a vuelto lento para reaccionar el hombre, hace un tiempo de un solo vistazo se dio cuenta “que había cosas que no le gustaban” y dio un paso al costado para dejarle el lugar a su amigo Kirchner.
El eterno segundón de la Fórmula 1, conserva el aprendizaje y la disciplina. Se hace lo que decide el jefe de equipo. El piloto es solo un empleado, la única figurita es la escudería que hace el gasto para su propio negocio.
Los partidos políticos parecen haberse privatizado como el fútbol, solo falta saber quien son los dueños de los club y de los pases, los que verdaderamente mueven las fichas, si la mafia rusa, los fondos de inversión o el narcotráfico. En realidad una discusión bizantina, son la misma mierda con distinto nombre.
Analistas y politólogos saturados de chismes y confidencias prefieren ignorar la posibilidad de esta teoría o impresión, es una instancia que los supera, se quedan en la anterior y barajan las únicas cartas que tienen en la mano; los empleados que ponen la cara, de allí que se elaboren explicaciones traídas de los pelos y pronósticos que jamás se concretan.
No hay palomas que se espantan, ni halcones que se quedan, son todos buitres que van a encontrar carroña adentro o afuera.
Es una más de las tantas trampas que se arman para permanecer porque es sabido que todos van a entrar.
De continuar la estampida de un lado y del otro serán todos delincuentes peronistas, ¡A elegir señores esto es democracia!
Cuando hay hambre de creer, se come cualquier garrón.
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