enero 16, 2009

EL SILENCIO DE DIOS



Cuenta una leyenda Noruega que frente a una antigua cruz a la vera de un camino, se detenían los caminantes a orar unos minutos. Haakon pasó por años diariamente frente a ella, sin dejar de levantar la mirada al Cristo, agradeciéndole por estar sano que era su único bien.
Cierto día se detuvo y alzando los ojos le dijo: Señor te pido un favor, hace años que te veo sufrir en silencio atendiendo los pedidos de todos, permíteme reemplazarte, La imagen le respondió: acepto tu pedido Haakon con solo una condición, que veas lo que veas y escuches lo que escuches permanezcas en silencio. Sorprendido Haakon acepto las condiciones y se hizo el cambio que nadie noto.

Pasó ante la Cruz un rico mercader, se detuvo un instante y olvidó una bolsa de monedas que llevaba, Haakon vio, escucho y calló.
A continuación se detuvo un niño menesteroso, viendo la bolsa abandonada la revisó y se la llevo pensando en la comida que iba a llevara su casa. Haakon siguió en silencio.
Llego un joven pidiendo ayuda para un largo viaje que iba a emprender, en eso estaba cuando volvió el mercader y viendo al joven pensó que se había apoderado de su bolsa y la emprendió a golpes con el, la fuerte voz de Haakon detuvo la golpiza.
Detente buen hombre, este joven es inocente, no tiene tu bolsa. Asustado el mercader huyó y el joven también pues perdía su barco.

Desde lo alto llegó la voz de Cristo ¡Haakon Haakón! no has cumplido, no puedes reemplazarme, déjame mi lugar; avergonzado bajó suplicando: Señor quise evitar una injusticia.

Ya lo se fue la respuesta, lo que tu no sabías es que el oro de la bolsa era el precio de haber vendido la virginidad de una niña y era justo que la perdiera.
El pequeño que la llevó porque estaba abandonada, la necesitaba y es justo que lo hiciera, el viajero apurado no sabía lo que le esperaba, de haber resultado herido no se hubiese embarcado, en este momento ha muerto en el naufragio.
Déjame ocupar mi lugar porque yo se lo que hago, cuando debo callar y cuando hablar. Solo sois hombres, hijos de mi Padre, seguid vuestro camino que para eso estáis en la tierra.
Solo a Dios corresponde decidir que ha de ocurrir, a mi me corresponder preveer que cada uno este en el momento y en el sitio adecuado para que sea lo que debe ser, dejadme hacer sin criticar, ni pretender entender los por qué, los caminos de mi Providencia son inescrutables para los hombres.

Antes de romper el silencio o tomar decisiones recuérdelo a Haakon. Por eso se dice de antiguo que el camino del infierno esta empedrado de buenas intenciones.

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