(Foto: territoriodigital.com)
La violencia sin causa ha reaparecido con toda su virulencia a través del asesinato innecesario en supuesta ocasión de robo, sin que medie oposición o resistencia. Asesinan porque si, entes subhumanos, descerebrados por estupefacientes, ya ni siquiera les cabe la definición de delincuentes. Los responsables de evitarlo o impedirlo están, como de costumbre, ausentes y nadie se da por enterado. No pueden seguir con el remanido argumento de la marginación y exclusión social en un país que vive un “milagro económico” de crecimiento, caída de la desocupación, superávit fiscal, pleno funcionamiento de las instituciones, irrestrictas garantías de los derechos humanos. Sería un argumento de contramano al discurso oficial.
En lo que va de este mes de Junio, asoma la punta de un ovillo que no es nuevo, pero su magnitud más que llamar la atención asusta.
En solo tres procedimientos se incautaron: cuatro toneladas de panes de cocaína de máxima pureza en un contenedor con cueros listos para exportar a España, en un depósito fiscal en Buenos Aires con el resultado de un detenido; nueve toneladas de panes de marihuana en dos procedimientos en la provincia de Misiones con el resultado de un menor detenido. Ni me ocupo de lo que no se dice ni del chiquitaje, simplemente estire las trece toneladas para cuando lleguen al minorista, calcule las dosis y no se precisa buscar el pelo en el huevo para encontrar la causa de esta violencia sin sentido.
Estos movimientos que nutren el desaforado consumo de los grandes centros, requieren algo mucho mayor que la complicidad o “vista gorda” de un modesto agente de policía o gendarme, solo el poder político tiene el control del legislativo, la justicia y la policía, solo el tirano controla hasta las moscas que vuelan porque ha sido su única actividad y el objeto de todos sus afanes.
Como se podrá comprobar con un adulto y un menor detenidos, Argentina es zona liberada para el tránsito y distribución de estupefacientes, tan liberada que casi se desplazan solos como aquellas valijas que llegaron al aeropuerto de Barajas.
En lo que va de este mes de Junio, asoma la punta de un ovillo que no es nuevo, pero su magnitud más que llamar la atención asusta.
En solo tres procedimientos se incautaron: cuatro toneladas de panes de cocaína de máxima pureza en un contenedor con cueros listos para exportar a España, en un depósito fiscal en Buenos Aires con el resultado de un detenido; nueve toneladas de panes de marihuana en dos procedimientos en la provincia de Misiones con el resultado de un menor detenido. Ni me ocupo de lo que no se dice ni del chiquitaje, simplemente estire las trece toneladas para cuando lleguen al minorista, calcule las dosis y no se precisa buscar el pelo en el huevo para encontrar la causa de esta violencia sin sentido.
Estos movimientos que nutren el desaforado consumo de los grandes centros, requieren algo mucho mayor que la complicidad o “vista gorda” de un modesto agente de policía o gendarme, solo el poder político tiene el control del legislativo, la justicia y la policía, solo el tirano controla hasta las moscas que vuelan porque ha sido su única actividad y el objeto de todos sus afanes.
Como se podrá comprobar con un adulto y un menor detenidos, Argentina es zona liberada para el tránsito y distribución de estupefacientes, tan liberada que casi se desplazan solos como aquellas valijas que llegaron al aeropuerto de Barajas.
¿Dónde está el Poder Ejecutivo el Legislativo y el Judicial, los gobernadores de provincia e intendentes? En campaña, lógicamente para quedarse y resolver en otro período los “asuntos pendientes”.
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