No imaginé al comenzar a escribir esta página que tanta gente en todo el mundo me iba a dar tan generosamente letra para mantener el ritmo de un artículo diario.
Con motivo del Mundial de Alemania mis guionistas se han superado, hay de todo en la viña del Señor.
Como dicen que la caridad comienza por casa: una alegría la presencia argentina en Alemania, la de los que fueron a puro esfuerzo y que se llevaron cuanta “chuchería” pudieron para poder sobrevivir, los que desde todos los puntos de Europa fueron a decir presente y los que a la vista del mundo transpiraron el amor a sus banderas.
En las antípodas, la ordinariez y vulgaridad de los que hicieron turismo por cuenta de los medios o simplemente para exhibirse y mostrarse. Sin hablar del periodismo deportivo descaradamente al servicio de los capitalistas del gran negocio futbolístico. Dirigentes internacionales y nacionales aferrados al viejo negocio de esconder entradas, para alimentar clientes con la reventa.
Los simpatizantes de todas las naciones presentes que he podido ver en las transmisiones, en la calle, bares y plazas o en los estadios, solidarios entre si, todos en una fiesta más allá de las excepciones que siempre ocurren y que al parecer fueron circunstanciales.
Un broche de oro que difícilmente pueda superarse y que expresa lo ocurrido entre el público de todas las naciones, fueron las imágenes del centro de Frankfurt el sábado, antes del partido entre Argentina y Holanda, en que un grupo de holandeses con las camisetas de su seleccionado, interpretaron con diversos instrumentos el Himno Nacional Argentino coreada por todos los de azul y blanco y cerrado por un multitudinario abrazo de holandeses y argentinos ante la ovación de todos los presentes sin distinción de banderas.
En síntesis parece que los pueblos del mundo maduran, mientras involucionan sus dirigentes.
Un verdadero placer ver la demostración de Alemania, un país con claro sentido de la responsabilidad y el orden. Dios quiera que algo se le pegue a los que fueron y lo traigan de vuelta.
En cuanto al motivo del espectáculo en si, entra en el capítulo de lo peor.
Un juego que se hizo deporte y como en todos los ámbitos que se abren a los mercaderes, dejó de ser una cosa y la otra, hasta tengo la casi certeza que han matado otra vez la gallina de los huevos de oro.
Francia, Alemania, Holanda, Italia, España e Inglaterra, solo se las reconoce por la camiseta. Quedó en el pasado aquel juego rápido, brillante, que con tres pases estaban pateando al arco contrario, hoy: a un lado, al otro o atrás, hacia delante ni por equivocación. El juego más mezquino y amargo que he visto en mi vida. Físicamente están todos para un instituto de inválidos.
La mejor prueba es que hoy se juega con las piernas, los brazos y las manos, incuestionable demostración que se necesitan suplementos para compensar la falta de habilidad y estado físico.
Sorprende que atletas con riguroso entrenamiento, hasta comidas y régimen de vida balanceado, en una época en que el calzado se diseña por computadoras, que se estudian hasta el mínimo movimiento evaluando los grupos musculares en busca de aumentar el rendimiento, sufran tantas distensiones, desgarros, esguinces o “molestias” ¿mantequitas u hombres?
La otra cara son los Africanos, a los que sólo les juega en contra su cultural inocencia y el juego limpio. Físicamente sin tanta tecnología son máquinas en rendimiento, velocidad y resistencia. Creo que la cuestión radica en que se terminaron los equipos en beneficio de las figuritas que facturan.
Hoy a las puertas de los octavos de final, el partido se juega fuera de la cancha, especulando si es mejor ganar el grupo o ser segundos. ¿Esto era competencia?
No se ve lejano, el día que esta inmoral estafa a la buena fe y a los sentimientos de los pueblos acabe con el circo. No es para lamentarse, es bueno y es sano que así sea. El tenis o el Básquet ya no van, la Fórmula 1 tampoco, ¿Qué vendrá? Los narcotraficantes que lavan millones de Euros o dólares comprando y vendiendo el fichaje de los nuevos gladiadores, para los Circos romanos están pidiendo a gritos otra gran tintorería.
Con motivo del Mundial de Alemania mis guionistas se han superado, hay de todo en la viña del Señor.
Como dicen que la caridad comienza por casa: una alegría la presencia argentina en Alemania, la de los que fueron a puro esfuerzo y que se llevaron cuanta “chuchería” pudieron para poder sobrevivir, los que desde todos los puntos de Europa fueron a decir presente y los que a la vista del mundo transpiraron el amor a sus banderas.
En las antípodas, la ordinariez y vulgaridad de los que hicieron turismo por cuenta de los medios o simplemente para exhibirse y mostrarse. Sin hablar del periodismo deportivo descaradamente al servicio de los capitalistas del gran negocio futbolístico. Dirigentes internacionales y nacionales aferrados al viejo negocio de esconder entradas, para alimentar clientes con la reventa.
Los simpatizantes de todas las naciones presentes que he podido ver en las transmisiones, en la calle, bares y plazas o en los estadios, solidarios entre si, todos en una fiesta más allá de las excepciones que siempre ocurren y que al parecer fueron circunstanciales.
Un broche de oro que difícilmente pueda superarse y que expresa lo ocurrido entre el público de todas las naciones, fueron las imágenes del centro de Frankfurt el sábado, antes del partido entre Argentina y Holanda, en que un grupo de holandeses con las camisetas de su seleccionado, interpretaron con diversos instrumentos el Himno Nacional Argentino coreada por todos los de azul y blanco y cerrado por un multitudinario abrazo de holandeses y argentinos ante la ovación de todos los presentes sin distinción de banderas.
En síntesis parece que los pueblos del mundo maduran, mientras involucionan sus dirigentes.
Un verdadero placer ver la demostración de Alemania, un país con claro sentido de la responsabilidad y el orden. Dios quiera que algo se le pegue a los que fueron y lo traigan de vuelta.
En cuanto al motivo del espectáculo en si, entra en el capítulo de lo peor.
Un juego que se hizo deporte y como en todos los ámbitos que se abren a los mercaderes, dejó de ser una cosa y la otra, hasta tengo la casi certeza que han matado otra vez la gallina de los huevos de oro.
Francia, Alemania, Holanda, Italia, España e Inglaterra, solo se las reconoce por la camiseta. Quedó en el pasado aquel juego rápido, brillante, que con tres pases estaban pateando al arco contrario, hoy: a un lado, al otro o atrás, hacia delante ni por equivocación. El juego más mezquino y amargo que he visto en mi vida. Físicamente están todos para un instituto de inválidos.
La mejor prueba es que hoy se juega con las piernas, los brazos y las manos, incuestionable demostración que se necesitan suplementos para compensar la falta de habilidad y estado físico.
Sorprende que atletas con riguroso entrenamiento, hasta comidas y régimen de vida balanceado, en una época en que el calzado se diseña por computadoras, que se estudian hasta el mínimo movimiento evaluando los grupos musculares en busca de aumentar el rendimiento, sufran tantas distensiones, desgarros, esguinces o “molestias” ¿mantequitas u hombres?
La otra cara son los Africanos, a los que sólo les juega en contra su cultural inocencia y el juego limpio. Físicamente sin tanta tecnología son máquinas en rendimiento, velocidad y resistencia. Creo que la cuestión radica en que se terminaron los equipos en beneficio de las figuritas que facturan.
Hoy a las puertas de los octavos de final, el partido se juega fuera de la cancha, especulando si es mejor ganar el grupo o ser segundos. ¿Esto era competencia?
No se ve lejano, el día que esta inmoral estafa a la buena fe y a los sentimientos de los pueblos acabe con el circo. No es para lamentarse, es bueno y es sano que así sea. El tenis o el Básquet ya no van, la Fórmula 1 tampoco, ¿Qué vendrá? Los narcotraficantes que lavan millones de Euros o dólares comprando y vendiendo el fichaje de los nuevos gladiadores, para los Circos romanos están pidiendo a gritos otra gran tintorería.
Pase lo que pase y termine como termine ya quedó un saldo muy claro, la basura está toda en las cumbres, el llano cada vez más limpio y reluciente.
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