Parecen, solo parecen cosas distintas, ambos tienen objetivos y métodos comunes, en uno es el saqueo en otro es el triunfo, digamos victoria en ambos casos.
Tienen también limitaciones comunes para resultar exitosos, una sola cabeza, un solo cacique.
Hemos sembrado el mundo de jugadores brillantes que acá no rinden por seguir apegados al “fulbito”, tres pases al costado otros tres atrás y un pelotazo a la olla, el asunto es jugar parados, el toco y me voy, acá es toco y miro
No opino sobre los jugadores que podrán ser buenos malos o mediocres, no es mi materia; solo sobre aquellos que se erigen en capitanejos y caciques de facto que es donde se convierten en el elemento negativo de cualquier equipo o malón. Patrones del vestuario y la cancha, intocables para el periodismo mercenario.
La cuestión afecta a todo el deporte argentino, han inventado a un Dios, a un Titán, al jugador del pueblo y a un Rey David, ¡Pavada de jugadores! No se entiende porque no apilamos trofeos y campeonatos de cualquier cosa.
Existen porque faltan directores técnicos con autoridad y sobran periodistas y dirigentes que los usan como moneda de cambio para trepar.
Han pasado los tiempos de los verdaderamente grandes, ahora dan dos pasos y se mancan o se ofenden, juegan al fútbol con pelota parada, mantequitas cara de culo o vedettes de cabaret de puerto.
Con estos personajes de utilería no es posible armar un equipo o un seleccionado cuyos otros diez deben jugar para que se luzcan ellos haciendo una escala obligada en sus pies o cabezas; porque el día que están desgarrados, resentidos o indispuestos hay que replantear todo, entonces se improvisa o se le cargan todas las responsabilidades a un Messi por poner un ejemplo, porque no juega igual que en Europa, sabiendo que allá es parte de un equipo en el que todos corren y aportan lo suyo y acá debe jugar solo mientras los otros diez miran.
No es de profesionales seguir en la cancha cuando no se está al 100%; es de tilingos soberbios creídos que son fundamentales sin caer en la cuenta que se perjudica a todos dejando al equipo con un jugador menos.
Terminaron los tiempos en que se ganaba con la camiseta o los de un Ruy Díaz de Guzmán que muerto y atado al caballo desbandaba a los moros.
Siendo el deporte en general y el fútbol en particular un apéndice del Poder Ejecutivo Nacional y de la argentina exitista no puede esperarse otra cosa.
Paciencia, han prostituido hasta lo impensable, el péndulo llegó a un extremo, volverá derribando muñecos.
En esta cuestión de la ley del péndulo el secreto por extraño que parezca esta en la catedral de Santiago de Compostela en a Coruña, cuando el “bota fumeiro” cerró un ciclo antes que recomience otro hay que tirársele encima a lo bestia y detenerlo.
Cosa de gallegos se dirá, pero efectiva, es para recordar vale en política y economía; una mala cara no se corrige imponiendo una ceca peor, hay que cambiar de moneda.
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