Dos términos que veo reproducirse hasta el cansancio en los medios más diversos, en conversaciones o en mensajes que me han llegado.
¡Se me está poniendo difícil! Una cosa es opinar sobre los abusos del gobierno o la oposición testimonial que conciente y legaliza cualquier barbaridad y otra es opinar sobre buenas personas que no encuentran otra forma de expresar su descontento que concurriendo a actos y convocatorias por esto o aquello y terminan desilusionados por la escasa concurrencia o la intrascendencia de los oradores-organizadores; cuando no por los impresentables que están en el palco.
La explicación curiosamente de todos es la misma, la culpa es de la indiferencia, apatía y cobardía de la sociedad, nunca es de los payasos irrelevantes que convocan para promocionarse.
Un verdadero fenómeno deja-vu, lo viví con el ingeniero Blumberg, no era fácil oponerse a un seductor exhibicionista profesional que enarbola justas banderas.
Hasta que el tiempo hizo caer las caretas ajadas y todos lo vieron mendigar un lugar ante las cámaras en las casas de cualquier secuestrado, retirarse a meditar una decisión de ser candidato a algo que nadie le había ofrecido o pasar la gorra pidiendo un lugar en cualquier lista de candidatos; falsificar entrevistas con el Papa en el Vaticano o abrazarse con el Castell incendiado por los “lanzallamas” de la maldita policía.
Cuantas buenas personas fueron con velas y trapos blancos a garantizar solo el poder de convocatoria de un auto referente en busca de protagonismo.
¿Había que callarlo? NO, por eso tampoco lo callo ahora. Su paso fugaz e intrascendente dejó un tendal de estafados en su buena fe, desilusionados y descreídos, todos los que faltan ahora y los llaman apáticos e indiferentes.
Tengo la personal ventaja de ser absolutamente independiente al dar una opinión que indudablemente no es para hacer amigos, solo soy fiel a la Cruz de mi Fe, a los colores de mi bandera y al nombre que me dieron mis padres. No soy infalible ni me lo creo, simplemente creo en lo que creo, conciente de los errores humanos que pueda tener al ver una realidad distorsionada o no saber comunicar con precisión lo que pienso. No es el propósito zaherir a nadie, salvada la cuestión adelante.
Este asunto se extiende a todas las manifestaciones y actividades por lo que amerita meter muchos gatos en la misma bolsa.
Caen a racimos ídolos con pies de barro en el show, el teatro, el espectáculo, el deporte, la política y economía.
Hace ya muchos años que los partidos debieron abandonar plazas y avenidas para refugiarse en estadios, luego en teatros y finalmente les quedan grandes los tinglados vecinales, el salón blanco o el quincho de Olivos.
Curiosamente siempre se encuentra un chivo, la sociedad apática, o los jugadores que no colaboran, los verdaderos responsables siempre impunes hasta que caen por el peso de sus fracasos que nadie tolera más.
¿Por qué razón esa apatía e indiferencia no se expresan en la peregrinación a Lujan a Iratí, San Nicolás o el Señor de los Milagros en Salta? Que han superado en este año en concurrencia todos los antecedentes, sin promoción ni cobertura de prensa, con crisis, pestes y un clima impredecible.
Por la misma razón que se la ve en las prácticas religiosas o los domingos en las misas. Una Iglesia empalagada de actividades sociales que solo debieran ser secundarias. La pobreza y la miseria es preocupación exclusiva de los gobernantes y sus políticas, la administración de los sacramentos y la enseñanza de las verdades de la religión es la razón de ser exclusiva y excluyente de obispos y sacerdotes.
Es aberrante que sea más fácil conseguir a cualquier hora, ropa o un plato de comida en una parroquia que bautizar a un recién nacido, confesar, comulgar o recibir el consejo justo de acuerdo a la Verdad a las corridas para poder atender otros asuntos mundanos o demagógicas dispensas y argumentos chirles que tanto sirven para crema como para turrón.
Estos desilusionados de hoy por la apatía y falta de compromiso ajeno me hacen sospechar que van a cualquier parte solo para tranquilizar sus conciencias, un símil de los ridículos cacerolazos, verdaderos actos sociales para mostrarse y encontrarse con vecinos, parientes, amigos y viejos compañeros o conocidos.
En síntesis la respuesta es sencilla, aquel en quien se cree convoca, los otros espantan.
3 comentarios:
A todos nuestros seguidores y amigos: Os rogamos que leáis el último post publicado en el blog.
Ante la negativa del concello (ayuntamiento) de Muxía de instaurar un premio para mayores blogueros, argumentando que "son muy pocos los que tienen blog" (¿?), solicitamos vuestras opiniones, de vital importancia, para establecer una nueva base y estrategia sobre las que poder continuar con el proyecto.
Gracias por vuestra colaboración.
si este mensaje te ha llegado repetido, te pedimos disculpas
Y si fuese traición a la patria el caso, y luchar en contra de ella; ¿seria para quitar la culpa que me aqueja?
Y si se tratara de traición a la patria. ¿Defenderla se trataría únicamente de quitar mis remordimientos?. No lo creo así, o, ¿encontrarme con cuates?
Se trata de tener amor a la patria, no al hombre bien dicho y tampoco a uno mismo. Despojarse de toda el conocimiento humano y pedir sabiduría a Dios para luchar como el designe.
Publicar un comentario