No se me escapa que el subtítulo es irritante, de esos que producen roncha, por eso lo puse. Provocar siempre me resultó un recurso más seguro para conocer que seducir. Cada uno con lo que tiene.
Ante una iniciativa o propuesta entiendo que hay tres respuestas posibles, SI, NO o veremos. El veremos es un SI condicional suspendido en espera. Del SI no se vuelve, una vez pronunciado habilita y tiene consecuencias, de las que hay que hacerse cargo. El NO corta toda discusión, pero puede reconsiderarse.
Si el oponente es más fuerte o dispone de mayores recursos el veremos termina en concesión o en quedar mal parado, dos formas de perder.
Dicen algunos, los grises, que no todo es blanco o negro, que un debate no es para ganar o perder, una supina estupidez muy adecuada para conferencias, entrevistas y declaraciones políticamente correctas, en la práctica todos sabemos que nadie lo cree y lo sabemos desde el primer minuto que llegamos a este mundo. –No grito para proponer sino para que me den lo que quiero y seguiré hasta que lo consiga--
El debate solo tiene sentido a mi criterio, entre quienes no tienen el poder de decisión y buscan el camino en medio de la niebla, para darles a los que resuelven la herramienta adecuada.
El representante ve y escucha; no está habilitado a pensar por si mismo carece de títulos; no es más que nadie, más bien es menos por eso solo representa lo que otros quieren, sienten y piensan.
Si cambiásemos el perfil de los legisladores, sería un camino para recuperar la representatividad, utópico por cierto en tiempos que solo se escucha lo que se quiere oír y se ve lo que se quiere.
Comenzará un largo y estéril debate, en rigor monólogos, para las cámaras de TV y registrar en el diario de sesiones. Acerca de algo que debiera tener una sola respuesta: NO, porque no es el momento ni se conoce el contenido, dicho esto todos afuera, no se calientan bancas ni se vota lo que está anticipadamente aprobado.
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