Es como decir más de lo mismo. El argumento reiterado que los errores de la democracia se resuelven con más democracia, una enfermedad se cura contagiando otra, los problemas del exceso de intervención se resuelven con más controles.
En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.
El camino del infierno, esta empedrado de buenas intenciones
La incuestionable certeza de ambas afirmaciones, adquiere en estos días, el significado de una divisoria de aguas. De un lado la prepotencia de la dictadura, sus cómplices y sostenedores y del otro la prudencia del país real que sabe que hay que desensillar hasta que aclare.
Existe una infinidad de sólidos argumentos para reformar la constitución y los códigos de fondo y un supremo argumento para no hacerlo, la prudencia de no rejuntar una panda de ignorantes ideológicamente intoxicados para que sancionen algo peor.
Por alguna buena razón di un rodeo y entré por la puerta de atrás.
Tanto la comercialización de granos, carne y leche deben ser modificadas en el sentido de destrabarlas y terminar con los oligopolios, la intermediación parásita y mafias que las controlan. Es una cuestión que no se puede discutir. Cualquier otro argumento es el dulce para seducir idiotas. Pero que lo hagan los padrinos de las mafias que responden a la dictadura es un suicidio.
Cada cosa tiene su momento y este es precisamente el de recordar que “primum non tangere”, primero no dañar. Las horas que vienen lamentablemente se encargarán de certificar esta opinión, y demostrar que me quede muy corto.
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