septiembre 23, 2008

PRINCIPIO Y FIN DE REGIMENES POLITICOS





LEER, CONFRONTAR Y PENSAR
Mommsen y McCullough son dos maneras distintas de escribir Historia. Nada tienen que ver y toda comparación entre sus obras es ridícula, pero ambos comparten una misma ilusión: compartir sus grandes conocimientos. Jose I, Lago.

Conocer la historia es saber que se pensaba, que se sentía, cuales eran los usos y costumbres de cada época, ser capaz de meterse en ella sin hacerle asco a nada, leer viendo los colores escuchando los sonidos, percibiendo aromas y olores. No sirve viajar al pasado con traje y corbata, dejando el auto estacionado a media cuadra, para ver, interpretar y juzgar hechos y personas con mentalidad s. XXI.

El referente de este artículo son los dos primeros libros de una serie de seis, pertenecen a una época poco trillada, felizmente virgen de contaminación visual de las grandes producciones cinematográficas o historietas vulgares. Aquella que se presenta como el final de la República Romana y el nacimiento del Imperio.
La historia no transcurre entre hitos, comienzo y fin, una época y otra, es un proceso donde se mezclan formas y ropajes del que se va y el que viene, curiosamente los pañales, el babeo, incoordinación motora y sonidos guturales del anciano terminal y el recién nacido.
El paso de una ciudad estado a un imperio de facto, injertado en una Republica virtual. No en vano Roma nació mitológicamente griega en un territorio y con población bárbara. Circunstancia que obligó a su clase dirigente a proveerse de una genealogía mitológica que los diferenciara de los palurdos itálicos. Un paso político imposible para los romanos, alérgicos a la monarquía etrusca y a la democracia griega. La típica crisis adolescente de cortar el cordón y ser distintos.
Tan imposible que el mosaico itálico que brotó al tener conciencia de su fuerza y que también eran humanos, ante la presencia catalítica de Aníbal y sirvió de base política a los Gracos, Cayo Mario y Sila, abrió las puertas a las guerras civiles, galos y germanos, grandes emperadores y desquiciados mentales, intoxicados de república, autocracia y magnificencia oriental, se mantuvo en la edad media, los estados pontificios, la falsa unidad italiana y llega a nuestros días.
Italia es una ecuación imposible plagada de contradicciones, el estado garantista, el clientelismo, la anarquía, la monarquía, la democracia de demagogos y populistas y la dictadura. La admiración envidiosa a nobles y patricios y la vergüenza de ser plebeyo. El hombre fuerte y la política corrupta.

Es tiempo pasado y lectura de hoy. Los de un lado y del otro creyendo hacer lo justo de acuerdo a su formación y experiencia, acaban haciendo aquello que termina produciendo los resultados contrarios. República que la pretensión de perpetuarla, la convierte en utópica, instituciones que solo eran mausoleos para conservar fósiles, incapaces de dar respuestas a los vivos.
La comprobación que los edificios políticos son consecuencia de los usos y tradiciones en que mamaron sus gentes, que se modifican día a día con los cambios sociales políticos y económicos, sin alterar su esencia y no producto de decretos y constituciones.
Un antiguo mentís a los constructores de teorías para siempre, contra la razón y la natura, blindadas para que nadie las cambie. Reemplazando la dictadura de hombres mortales por la de las letras que escribieron en el bronce. Desde hoy y para siempre.

Hombres preclaros que detentan todo el poder y en el curso de los cambios de la realidad y la vida, terminan apoyando a sus revolucionarios enemigos de ayer y estos comienzan a ver el árbol que el bosque de sus ímpetus de cambio les ocultaban.

Se ha cuestionado en la autora cierto favoritismo con determinados personajes, puede ser cierto, pero no invalida lo dicho, el entendimiento del lector esta por encima, sin contar que no es posible una aséptica escritura de la historia, basta con que sea honesta, las mismas fuentes de las que se nutre la historia son de una parcialidad escandalosa. Recién en las último siglo, el aporte de la arqueología ha permitido incorporar otro manantial de información, que se prueba y verifica a si mismo.

Destrucción y falsificación de escritos y documentos. La “damnatio memoriae” que sin legislarla ya practicaban regularmente los egipcios, estaban y están a la orden del día, logógrafos, autores de teatro y comedias, historiadores, músicos y juglares (cronistas cantores) eran profesiones aceptadas al servicio de quien podía comprarlos y así sigue siendo hasta nuestros días.

Recomiendo su atenta lectura y reflexión, los historiadores puros tienen debilidad por datar y plantar hitos con propósitos didácticos, que acaban compartimentando el tiempo, que en la realidad es un proceso sin solución de continuidad. Toda época es consecuencia de la que pasó y causa de la siguiente. Lleva el germen de la próxima y los genes de la anterior. La comprensión de la vida cotidiana, sueños, frustraciones, ambiciones, tentaciones, principios y las escalas de valores que mueven a las gentes quedan siempre tácitos o en un entrelíneas difícil de ver.
El ir y venir de la mirada, del ambiente del relato a la realidad actual hacen el resto y es el verdadero sedimento que deja, un verdadero ejercicio del intelecto para descubrir que poco ha cambiado todo. Siguen existiendo las asambleas con los mismos vicios, los augures que ahora se llaman consultores, analistas y estadísticos, señalan hoy el rumbo con tanta seriedad y precisión como los sacerdotes que leían el hígado de bueyes y carneros o interpretaban el vuelo de las aves.
Es historia de humanos, que fueron son y serán los mismos, por más barnices que los pinten de modernos y civilizados. En las “asociaciones y cofradías” estaba el germen de las mafias y pandillas, el artilugio griego para controlar el poder y neutralizar su democracia de mayorías.

Personalmente considero un cojo a quien pretende analizar e interpretar el presente ignorando el pasado y un fósil a quien se quedó paralizado tan atrás que no alcanza a ver el presente.

Autora Colleen McCullough
Libro I El primer hombre de Roma
Libro II La corona de hierba
Libro III Favoritos de la fortuna
LibroIV Las mujeres de Cesar
Libro V Cesar
Libro VI El caballo de Cesar



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