septiembre 19, 2008

EL CLUB MAS CARO DEL MUNDO

A quienes los dioses destruirán, primero enloquecen. Eurípides (485-506 a.d.C)

Pagar una cuota extraordinaria diaria promedio de 200 mil millones de dólares para mantenerlo es para una èlite muy exclusiva, con el agregado que “lo de extraordinaria” no tiene límite, una vez que se comenzó a pagar no es posible detenerse.

La reflexión que se impone, es acerca de cuales serán los privilegios que habrán de exigir tales miembros por el “salvataje” o cuantos tendrán que sangrar para que la èlite no quiebre y pueda seguir comprando ilusiones, para mantener la estupidez y perversión del sistema.

Asistiendo a esta inyección de dinerillos únicamente para “comprar confianza”, no puedo quitarme de la cabeza un artículo publicado hace un año sobre “Economía y política en el s.IV AC”.

Las causas son distintas; imprevisión y estupidez hoy, brutal proyecto político ayer; la misma herramienta: inundar el mercado con dinero, sea para comprar nada, algo tan insubstancial como una sensación o para demoler el sistema, las consecuencias serán las mismas o peores. ahora hay médicos que tienen el remedio salvador.
Curiosamente parece hasta absurdo querer comprar confianza demostrando que el sistema tiene inagotables recursos que negaba, para hacer el mundo menos salvaje.

Vivimos en la cultura del consumo y el derroche promovida por los que tienen como meta crecer y ganar mercados en su propio beneficio. La emisión descontrolada dejó de ser patrimonio de los estados, sus bancos centrales o tesoros, hoy emiten dinero de plástico y créditos supermercados, grandes tiendas, automotrices y hasta pequeños comercios, para que nadie se prive de comprar sin efectivo. Un circulante que no registran los índices. El papel moneda, había dejado de tener respaldo, ahora tampoco se sabe cuanto circula.

Ayer como hoy, una mano muy fuerte gobierna el mundo y hace trizas proyectos de ínfimos seres humanos, dándonos otra oportunidad que nunca aprovechamos.
Economía y política en el s.IV AC, dos minutos de lectura no dañan.

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