EVITAR QUE HAYA UN MUERTO
Lo escribía días pasados, hay mucho miedo entre los principales, llego la hora de hacerse cargo y comenzó la diarrea. “Que no haya un muerto” claman de todos los ángulos los sensibles fariseos.
¿De que muerto hablan? Si aquí es lo que sobra, cada día tenemos un inocente fusilado porque si, a mansalva después de haber sido vejado y robado. Ante la mirada indiferente de los responsables. No terminan de sentenciar la advertencia que se dan vuelta y continúan alegremente tejiendo la red para permanecer el día después.
Allí radica el miedo y lo único que quieren evitar, que se desplome todo antes de estar preparados. Por eso claman por un diálogo, barajan porcentajes, preparan emparches con debate legislativo o recursos judiciales, que saben inútiles. Todo para comprar tiempo y poder anudar alianzas que les permitan seguir en el candelero.
La caída de los autócratas, que es lo que si Dios quiere va a ocurrir, arrastrará a todos los que han sumado para llegar a este desmadre. Cuanto más se siga enredando la cuestión más serán arrastrados por la avalancha y no será uno sino varios los muertos. Entonces si habrá miedo en serio y en todos, que será muy sano para aprender de una vez por todas a ser responsables.
¿Creemos acaso tener fueros especiales para destruir y salir indemnes?
Todos los pueblos sufrieron dolorosas guerras e invasiones, desencadenadas por otros, con propósitos de conquista o represalia. No somos distintos, la diferencia es que en nuestra tierra la guerra siempre es interna, entre el Poder y el País. La buscamos y la fogoneamos nosotros mismos. No me olvido que alguna manito siempre nos dan de afuera, pero el guiso lo hacemos en casa.
Quiera Dios que esta vez sea distinto y los carroñeros se devoren entre ellos, pero reverdecer el desierto que quede, será trabajo de todos.
Solo hay que dejarlos hacer, en lo posible provocarlos un poco para que hagan y digan más, se hunden solos. Cuando se comienzan a esgrimir amenazas es porque lo que se tiene a la mano no alcanza.
No me parece impensable que el muerto no sea un anónimo inocente, sino algún personaje pesado, muerto o desaparecido prudentemente como aquel Casildo Herrera. (conmigo o sinmigo) que se desmaterializó en España cuando quemaban las papas. Se esta tensando mucho la soga y no todos podrán resistir la presión.
Las coronarias no perdonan.
Que Dios los asista.
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