Curioso y confuso concepto que los adictos a legislar y reglamentar todo, paradójicamente librepensadores y progresistas, han desarrollado para referirse a la antiquísima guerra de guerrilla que precisamente es la contracara de lo regular, lo normado y lo doctrinario.
Hace tiempo Chávez comenzó a instalar la idea de una inminente invasión de los EEUU que hoy repite Evo Morales, para justificar la destrucción de las FFAA Venezolanas y reemplazarlas por un ejército de “voluntarios reservistas civiles” destinados a extender su delirio de Imperio Bolivariano. Hoy para su desgracia compartido con el nuevo Inca, ni más ni menos el mismo objetivo frustrado de Castro, la misma mierda con distinto nombre. (ver: "El manual de Humala que prevé la expansión militar del nacionalismo")
Otra vez la teoría de los dos demonios.
Casi risible que adopte la doctrina de guerra preventiva del Pentágono bajo la forma de defensa preventiva, todo para encubrir como sus mentores del Norte el propósito de invasión y agresión planificada.
Por la famosa invasión compró 100.000 fusiles de asalto Kalashnikov, helicópteros y aviones al pacifista Putin y fragatas “de transporte civil” a Zapatero. Todo este despliegue para enfrentar a los aguerridos e invencibles “marines” veteranos de Vietnam, Afganistán, Irak, y Bahía de los Cochinos.
Si la denominación era confusa de origen se ha ido embarrando a cada pase por distintos cenáculos. Lo que comenzó siendo asimétrico por la desigual capacidad y potencia de los contendientes ya es global, de cuarta generación y las que vengan. Toda esta ciencia no invalida el antiguo aforismo: “En la guerra y en el amor todo vale”, llámese “patriot” o flecha; AK 47 u hondazo, guerra química o un animal en descomposición enviado con una catapulta. Solo será un poco más o menos de trabajo.
Que la guerra adopte una forma u otra es cuestión de teatro de operaciones, objetivos de máxima y de mínima, situación internacional y alianzas, especialmente la relación costo/beneficio. De lo que aquí se trata es otra cosa, de la liquidación de los ejércitos nacionales con la argumentación de nuevas formas de guerra.
Hay si, nuevas formas de guerra acordes a los tiempos que vivimos, sin nada que haga ruido, incluso sin que se vea, en la que los combatientes no usan uniforme sino que andan de saco y corbata o en mangas de camisa, trabajan como todos y hasta van al supermercado y que será mejor dejarla sin nombre, porque el nombre limita y esta carece de límites, es como el gas, casi no pesa y no tiene forma, se infiltra en todas partes. Los territorios y riquezas no son la causa, forman parte del botín, el objetivo es la población, su libertad e independencia su idioma y tradiciones, sus creencias y derechos ancestrales. A ésta modalidad no se le oponen armas ni ejércitos porque ellos fueron previamente desmantelados, todos son combatientes porque todos son objetivos. Sus armas, instrumentos o herramientas pueden ser, de acuerdo a las circunstancias: la radio, prensa y TV, aviones, fusiles, créditos, bloqueos económicos, subsidios, drogas, corrupción moral, hedonismo, nihilismo, consumismo, el valor supremo del éxito y el dinero. En síntesis todo lo que sirva para quebrar la moral y devaluar los valores que nos han hecho libres.
Hoy día ¿Cuántos están para defender esos valores? Antes de echarse en brazos de quien le de un mínimo de orden y seguridad, los brazos de los mismos que le quitaron lo que hoy desesperadamente buscan.
Los hipócritas y sensibleros modernos que levantan la voz y se hacen cruces invocando la Convención de Ginebra y los derechos humanos, estarán de parabienes, ya tienen su guerra sin sangre y sin muertos, sin ciudades demolidas ni cultivos arrasados, todo muy “humanitario y civilizado” acorde con la época suavecito y rosado.No importa que sea guerra mientras no lo parezca. Que es el “quid” de la época. En ningún orden interesa el ser, la cuestión es parecer, institucionalización filosófica del error en contraposición de la vedad. Quien mal anda mal acaba, no es escatológico es la realidad, al menos mi manera de verla.
Hace tiempo Chávez comenzó a instalar la idea de una inminente invasión de los EEUU que hoy repite Evo Morales, para justificar la destrucción de las FFAA Venezolanas y reemplazarlas por un ejército de “voluntarios reservistas civiles” destinados a extender su delirio de Imperio Bolivariano. Hoy para su desgracia compartido con el nuevo Inca, ni más ni menos el mismo objetivo frustrado de Castro, la misma mierda con distinto nombre. (ver: "El manual de Humala que prevé la expansión militar del nacionalismo")
Otra vez la teoría de los dos demonios.
Casi risible que adopte la doctrina de guerra preventiva del Pentágono bajo la forma de defensa preventiva, todo para encubrir como sus mentores del Norte el propósito de invasión y agresión planificada.
Por la famosa invasión compró 100.000 fusiles de asalto Kalashnikov, helicópteros y aviones al pacifista Putin y fragatas “de transporte civil” a Zapatero. Todo este despliegue para enfrentar a los aguerridos e invencibles “marines” veteranos de Vietnam, Afganistán, Irak, y Bahía de los Cochinos.
Si la denominación era confusa de origen se ha ido embarrando a cada pase por distintos cenáculos. Lo que comenzó siendo asimétrico por la desigual capacidad y potencia de los contendientes ya es global, de cuarta generación y las que vengan. Toda esta ciencia no invalida el antiguo aforismo: “En la guerra y en el amor todo vale”, llámese “patriot” o flecha; AK 47 u hondazo, guerra química o un animal en descomposición enviado con una catapulta. Solo será un poco más o menos de trabajo.
Que la guerra adopte una forma u otra es cuestión de teatro de operaciones, objetivos de máxima y de mínima, situación internacional y alianzas, especialmente la relación costo/beneficio. De lo que aquí se trata es otra cosa, de la liquidación de los ejércitos nacionales con la argumentación de nuevas formas de guerra.
Hay si, nuevas formas de guerra acordes a los tiempos que vivimos, sin nada que haga ruido, incluso sin que se vea, en la que los combatientes no usan uniforme sino que andan de saco y corbata o en mangas de camisa, trabajan como todos y hasta van al supermercado y que será mejor dejarla sin nombre, porque el nombre limita y esta carece de límites, es como el gas, casi no pesa y no tiene forma, se infiltra en todas partes. Los territorios y riquezas no son la causa, forman parte del botín, el objetivo es la población, su libertad e independencia su idioma y tradiciones, sus creencias y derechos ancestrales. A ésta modalidad no se le oponen armas ni ejércitos porque ellos fueron previamente desmantelados, todos son combatientes porque todos son objetivos. Sus armas, instrumentos o herramientas pueden ser, de acuerdo a las circunstancias: la radio, prensa y TV, aviones, fusiles, créditos, bloqueos económicos, subsidios, drogas, corrupción moral, hedonismo, nihilismo, consumismo, el valor supremo del éxito y el dinero. En síntesis todo lo que sirva para quebrar la moral y devaluar los valores que nos han hecho libres.
Hoy día ¿Cuántos están para defender esos valores? Antes de echarse en brazos de quien le de un mínimo de orden y seguridad, los brazos de los mismos que le quitaron lo que hoy desesperadamente buscan.
Los hipócritas y sensibleros modernos que levantan la voz y se hacen cruces invocando la Convención de Ginebra y los derechos humanos, estarán de parabienes, ya tienen su guerra sin sangre y sin muertos, sin ciudades demolidas ni cultivos arrasados, todo muy “humanitario y civilizado” acorde con la época suavecito y rosado.No importa que sea guerra mientras no lo parezca. Que es el “quid” de la época. En ningún orden interesa el ser, la cuestión es parecer, institucionalización filosófica del error en contraposición de la vedad. Quien mal anda mal acaba, no es escatológico es la realidad, al menos mi manera de verla.
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