Parece una contradicción pero quizás otra vez la luz de Europa se encienda en los oscuros bosques de Germania.
Es una constante que cuando algo termina acaban muchas otras cosas que no parecían estar en juego y aparecen otras que si bien estaban, no se las veía o no se reparaba en ellas.
Se podrán encubrir o disimular estos cambios pero por lo visto y escuchado ha prendido con mucha claridad en todas las naciones.
Sigue en ascenso el seleccionado de la France d’outremer, término que reinstala a Francia en su papel de Faro, esperemos que esta vez sin “luz mala”.
No es una simple denominación, obsérvese que en esta época en que hay una verdadera fiebre de regionalismos, autonomías y separatismos, disgregación en síntesis, Francia es la única nación a la que esta moda no le hace mella y en un ámbito impensado instala una representación nacional que es el símbolo de la unión de sus antiguos territorios. Si bien el caso de España y Portugal no es tan evidente, no le van en zaga, el éxito de sus equipos locales es otra clarísima expresión de la unión familiar con Ibero América.
No en vano es francesa la divisa: “L’ union fait la force”
Casi podría resaltarse el triunfo de las selecciones familiares en reemplazo del estrecho concepto de nación.
Hasta quizás por esta impensada vía se comience a mirar de otra forma un hecho irreversible: la inmigración, que en esos casos europeos, más que la llegada de extraños es la vuelta a casa de los descendientes y los que asimilaron la cultura y acogieron a íberos y francos inmigrantes. No vienen a invadir sino a repoblar y revitalizar sus antiguas naciones O ¿que enorgullece y festeja Francia? Que sentido tiene el ¡Allez, Allez! Cuando detrás no hay nadie.
No es una revelación, estaba subyacente, simplemente apareció en la vidriera con todas las lucecitas de colores.
Tan es así, que se alzó la primera y patética voz del señor Le Pen, denostando un equipo que asevera no representa a Francia por una excesiva representación de las “minorías étnicas”. Demagogia barata y junto a su voz el sepulcral silencio de la gauche.
Unos dicen: “es la derecha reaccionaria”, a no confundirse, es la pinza derecha del cangrejo que tiene otra a la izquierda y son equipo, nada puede una sin la otra, son parte de un mismo cuerpo y responden a una misma cabeza.
¿Dónde quedará Francia? para unos, sin contaminación de Normandos, Bretones, Gascones, Visigodos, Aquitanos, Vascones, Bearneses, Burgundios y los del Langue D’Oc.
Para los otros ya se sabe está recluida a la Sorbonne, Saint Germain des prés, l´Institut et l´Académie de l’illustration.
Con razón cada día parece más chica e intrascendente.
Esta vez Francia en vez de decir hizo, veremos si se entiende e imita a una nación que mal o bien siempre fue precursora.
Es una constante que cuando algo termina acaban muchas otras cosas que no parecían estar en juego y aparecen otras que si bien estaban, no se las veía o no se reparaba en ellas.
Se podrán encubrir o disimular estos cambios pero por lo visto y escuchado ha prendido con mucha claridad en todas las naciones.
Sigue en ascenso el seleccionado de la France d’outremer, término que reinstala a Francia en su papel de Faro, esperemos que esta vez sin “luz mala”.
No es una simple denominación, obsérvese que en esta época en que hay una verdadera fiebre de regionalismos, autonomías y separatismos, disgregación en síntesis, Francia es la única nación a la que esta moda no le hace mella y en un ámbito impensado instala una representación nacional que es el símbolo de la unión de sus antiguos territorios. Si bien el caso de España y Portugal no es tan evidente, no le van en zaga, el éxito de sus equipos locales es otra clarísima expresión de la unión familiar con Ibero América.
No en vano es francesa la divisa: “L’ union fait la force”
Casi podría resaltarse el triunfo de las selecciones familiares en reemplazo del estrecho concepto de nación.
Hasta quizás por esta impensada vía se comience a mirar de otra forma un hecho irreversible: la inmigración, que en esos casos europeos, más que la llegada de extraños es la vuelta a casa de los descendientes y los que asimilaron la cultura y acogieron a íberos y francos inmigrantes. No vienen a invadir sino a repoblar y revitalizar sus antiguas naciones O ¿que enorgullece y festeja Francia? Que sentido tiene el ¡Allez, Allez! Cuando detrás no hay nadie.
No es una revelación, estaba subyacente, simplemente apareció en la vidriera con todas las lucecitas de colores.
Tan es así, que se alzó la primera y patética voz del señor Le Pen, denostando un equipo que asevera no representa a Francia por una excesiva representación de las “minorías étnicas”. Demagogia barata y junto a su voz el sepulcral silencio de la gauche.
Unos dicen: “es la derecha reaccionaria”, a no confundirse, es la pinza derecha del cangrejo que tiene otra a la izquierda y son equipo, nada puede una sin la otra, son parte de un mismo cuerpo y responden a una misma cabeza.
¿Dónde quedará Francia? para unos, sin contaminación de Normandos, Bretones, Gascones, Visigodos, Aquitanos, Vascones, Bearneses, Burgundios y los del Langue D’Oc.
Para los otros ya se sabe está recluida a la Sorbonne, Saint Germain des prés, l´Institut et l´Académie de l’illustration.
Con razón cada día parece más chica e intrascendente.
Esta vez Francia en vez de decir hizo, veremos si se entiende e imita a una nación que mal o bien siempre fue precursora.
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