En cada viaje al exterior se supera en materia de papelones y ridículo, en general no se entera. La burbuja, el diario de Irigoyen y la TV pública le ceban el ego. Esta vez los cachetazos fueron en vivo y en directo, no hubo forma de ocultarlos. Cada vez que abrió la boca se la taparon.
Tuvo el desparpajo de ir a asegurarles a los alemanes que recién terminan de pagar una deuda que “les impusieron” al fin de la primera guerra, de su “voluntad de pagar solo cuando y como quiera”
Les recriminó discriminar a la argentina en la compra de carnes, para que le respondiesen de contragolpe que la argentina no cumple con los embarques pactados por eso han tenido que buscar proveedores responsables. No pudo hartar con su discurso sobre los derechos humanos, después de dar asilo al criminal chileno Apablaza y la detención en España del “terrorista vasco” Walter Wandelin que entra y sale de BsAs como de su casa.
Se peleó con la prensa alemana que en 24 hs. le tapó la boca de un sopapo y distribuyó el episodio en todo el mundo.
Si no tenía en la agenda al club de Paris, según su canciller ¿A que fue a Alemania; supone que quieren escucharla delirar?
Recuerdo que en ocasión de la quiebra griega, muchos no entendieron la dureza de la posición alemana, posiblemente ignoraban cuanto les ha costado a los germanos pagar deudas impuestas, algo bastante distinto a pedir créditos para seguir la fiesta.
– Que vendan las islas y paguen fue la sentencia.
Teniendo una patagonia y un mar argentino que fueron riquísimos hasta que los depredaron la asociación criminal de la yunta Kirchner y Solá; un abogado que regala tierras y minas a los mayores depredadores y un ing. agrónomo que regaló los recursos del mar. Necesariamente se debiera tener un poco más de prudencia.
No puede leer ni escuchar sin sus traductores que solo le dicen lo que quiere oír, pero los cachetazos duelen y hasta un idiota los entiende.
Volvió con desesperación de protagonismo ¡Nos atacan misiles, carrera armamentista!
Esta es la parte buena de la noticia, pasaron el punto de no retorno, perdieron hasta los propios límites, yegua desbocada termina degollada por un alambrado de púas.
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